jueves, 31 de enero de 2008

Haiku: Poesia del Deleite - Shiki


Brisa del atardecer,

las rosas blancas

se mueven.


Cuando miré hacia atrás,

el hombre que pasó

se había perdido en la niebla.


Cada año,

pensando en los crisantemos,

siendo, pensando por ellos.


buen día, gorrion,

escribiendo en la galería limpia,

con tus pies húmedos de rocío.

martes, 29 de enero de 2008

Haiku: Poesia del Deleite - Onitsura


Habiendo caído las flores del cerezo,

el templo Enjoji

está tranquilo otra vez.


Ay, me pregunto, ¿un hombre que no tenga

la pluma en la mano?

La luna esta noche.

Revolucion Historiografica Francesa: La Nouvelle Histoire y su desarrollo II


Historia de las Mentalidades: La Tercera Generación de Annales e Historia y Cultura
“¿Definir la historia? ¿Pero cuál? Quiero decir: ¿De qué fecha y en qué cuadro de civilización? ¿No varía la historia perpetuamente en su inquieta búsqueda de técnicas nuevas, puntos de vista inéditos, problemas que hay que plantear mejor?”.[1]
La evolución de Annales concluye su desarrollo realizando una síntesis de todos los conocimientos, técnicas y métodos utilizados por las generaciones anteriores. En este periodo Braudel dejó la presidencia de la Sexta Seccion (1975), Jacques Le Goff tomó el control y reorganización de lo que ahora se denominaría “Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales” (no sólo Le Goff, nuevos jóvenes como André Burguiére y Jacques Revel intervienen en la dirección de Annales). Es más complicado en este punto definir una línea rectora en el desarrollo del movimiento, a diferencia de la primera y segunda generación, nadie realmente controla el grupo como lo hizo en su momento Febvre y Braudel. Se ha producido una especie de fragmentación y diversificación intelectual, incluso algunos participantes del movimiento han vuelto a cultivar la Historia de los Acontecimientos (Histoire Événementielle) y la Historia Cuantitativa, mientras que otros siguen reaccionando contra ellas.
Esta Tercera Generación es la primera que incluyó mujeres en sus fuerzas, Christiane Klapisch (Historia de la familia en Toscaza en la Edad Media y el Renacimiento); Mona Ozouf (Historia de los festivales en la Revolución Francesa); Arlette Farge (Historia del mundo social en las calles de Paris del siglo XVIII); Michéle Perrot (Historia del trabajo y las mujeres); entre otras, han diversificado las ideas de Annales. El movimiento viaja hacia otras latitudes, ya no sólo las ideas francesas dirigen el movimiento ahora muchos de sus integrantes han estudiado y especializado en otros países (especialmente Estados Unidos) en universidades como Ithaca, Madison, Princeton o San Diego (muchos miembros ahora leen, escriben y hablan ingles). El centro de la historiografía ya no es Paris, muchos estudios se están desarrollando en Gran Bretaña, Países Bajos, Alemania, Italia y Estados Unidos como hemos expuesto recién. Estos nuevos exponentes han ligado la corriente “tradicional” de Annales con nuevas disciplinas norteamericanas como la Psicohistoria, la Historia de la Cultura Popular, Nueva “nueva” Historia Económica, la Antropología Simbólica, etc.
Muchos historiadores (incluso antes de la Tercera Generación) estuvieron muy interesados por el desarrollo de historias sobre cultura por ejemplo: Alphonse Dupront, considerado el Labrousse de la Historia Cultural, estudiaba el concepto de “cruzada” como un elemento de sacralización, cómo una supuesta guerra santa podía ocultar los reales intereses de posesionarse de lugares sagrados. Enriquece su investigación postulando que las peregrinaciones son la búsqueda de lo sagrado y son un ejemplo de “sensibilidad colectiva” que responde a respuestas producidas por fuerzas cósmicas. Sus investigaciones han inspirado a algunos de sus seguidores a investigar cómo estas fuerzas cósmicas pueden influir a los hombres a realizar cierto tipo de trazados en las iglesias y cuales serían sus respectivas significaciones simbólicas. Dupront mezcla la generalidad de los temas como lo sagrado con la puntualidad de la cartografía y las imágenes milagrosas.
El continuador de Febvre en lo que respecta a Psicología Histórica es Robert Mandrou, este historiador continuó el trabajo de su mentor en su “Introducción a la Francia moderna” agregándole el sub-titulo de “Un ensayo de psicología histórica, 1500-1640”, este incluía temas sobre mentalidades, emociones y salud. Prosiguiendo bajo la misma metodología realizó “Magistrados y Brujos de la Francia del siglo XVII”, la temática sobre la cultura popular y la hechicería pronto captaron el interés de muchos jóvenes historiadores. El problema de estos nuevos historiadores que quieren adentrarse en el plano de las mentalidades colectivas no recae sólo en la selección de la temática, fuentes o metodologías de investigación, sino que estas nuevas incursiones no se separen de los grandes y sólidos descubrimientos que han desarrollado las antiguas generaciones de Annales, descubrimientos y conocimientos sabiamente explotados que han brindado muy buenos resultados para la Historia Económica y Social. Esta nueva Historia Cultural no se presenta como una alternativa de la Historia Económica-social, es una evolución, un crecimiento que debe seguir constante al lado de todas las disciplinas históricas, no anular ni restarle valor a sus predecesoras.
La Psicohistoria rescataba ideas de los psicoanalistas Wilhelm Reich y E. Fromm, la obra “Los campesinos del Languedoc” de Emmanuel Le Roy Ladurie (obra expuesta en el capitulo anterior) incluía datos sobre las obras de S. Freud relacionadas con cifras sobre precios de cereales en Tolosa, y con esto realizaba un análisis de las estructuras sociales. “Le Roy describió el carnaval de los romanos como un psicodrama que daba acceso directo a las creaciones del inconciente, tales como fantasías de canibalismo, e interpretó las convulsiones proféticas de los camisardos atribuyéndolas a la histeria”[2].
Otros miembros de Annales realizaban sus estudios en líneas similares a esta, Alain Besancon investigaba la Rusia del siglo XIX poniendo su interés en lo que él llamaba la “historia psicoanalítica”; realizó un estudio entre padres e hijos, analizó el caso de Iván el Terrible (un zar) el cual le dio muerte a su hijo. Finalmente la Psicohistoria norteamericana se ha encontrado con la Psychologie historique de Annales por medio del estudio de individuos particulares prolongados hacia la colectividad.
Aunque en general las tendencias de la historiografía seguían otros caminos, los más distinguidos especialistas en la Historia de las Mentalidades fueron los medievalistas Georges Duby y Jacques Le Goff. Este ultimo realizó “El nacimiento del Purgatorio”, inmersa en lo que él denominaba “l´imaginaire medieval” trataba de exponer las constantes variables de las representaciones sobre la vida en el más allá. Sostenía que el nacimiento del purgatorio respondía a una “transformación del cristianismo feudal”, a una relación que se daba por los cambios sociales e intelectuales. Postulaba que ha habido un nacimiento de “estructuras mentales y hábitos de pensamiento” a partir del siglo XII y XIII, que poseen nuevas visiones sobre el tiempo, el espacio y los números. Ósea, en general una historia de las mentalidades. Duby por su parte escribió “Los tres órdenes”, en muchos sentidos paralelo al “Nacimiento del Purgatorio” de Le Goff, estudia la sociedad dividida en tres grupos distintos: sacerdotes, caballeros y campesinos (la oración, la lucha y el trabajo, respectivamente). En esta sociedad dividida crea relaciones entre lo material y lo mental considerándolas elementos claves para el cambio social. Sostiene que esta triple división se puede encontrar en las sociedades indoeuropeas como en las indias; al igual que Montanari y su tesis sobre las relaciones de poder sostiene que esta división ha sido creada por los sectores altos de la sociedad (señores feudales) para legitimar su explotación a los sectores más bajos (campesinos), y así lograban mantener a cada sector social en su función. Duby sostiene que esta reactivación de una visión tripartita del mundo responde a una necesidad especifica del periodo histórico en el que está inmersa, por ejemplo una crisis política como la que se dio en la Francia del siglo XI. Podemos concluir que Duby considera a las ideologías no como una reflexión pasiva sobre las sociedades, sino como una herramienta, un arma de control para obrar sobre una sociedad determinada y así modificar o perpetuar sus modos en el tiempo.
Los enfoques y nuevas metodologías cuantitativas si bien fueron un gran adelanto en lo que respecta a la ciencia histórica, no lograban captar a cabalidad las mentalidades como lo hacían con los procesos económico-sociales. Por esto se tuvo que desarrollar un enfoque estadístico especializado para esta nueva evolución de la historia; los primeros enfoques estadísticos se utilizaron para estudiar la Historia de las prácticas religiosas, la Historia de la alfabetización y la Historia del libro. Poco a poco este nuevo método se amplió en las esferas de la Historia Cultural para luego llegar al desarrollo de una Historia de la Alimentación. Por ejemplo, uno de los estudios más novedosos en estas nuevas áreas culturales fue el realizado por Michel Vovelle, “Piedad Barroca y Descristianizacion”, un estudio basado en las concepciones en torno a la muerte. Pretendió estudiar las actitudes humanas sobre la muerte y el más allá analizando los testamentos dejados por 30.000 muertos en Provenza. Estudió también los cambios en los pensamientos y los sentimientos de los hombres en relación a sus santos patronos protectores, el número de misas que el testador deseaba que le realizaran en su honor, la cantidad de flores que se utilizarían, etc. Vovelle pensaba que el idioma de los testamentos le reflejaría un “sistema de representaciones colectivas”, concluía que se estaba secularizando las actividades pero no por una imposición desde arriba, sino desde el sótano.
Para nuestro análisis le debemos mucho a historiadores como Pierre Bordieu, sus estudios sobre antropología en Argelia pasaron hacía el estudio de la sociología en la Francia contemporánea. Su concepto de “capital simbólico” es la base para muchos trabajos de historiadores de la Historia del Consumo, la Cultura Popular y de la Vida Cotidiana, reemplaza conceptos y reglas estructurales rígidas sobre las prácticas sociales, incorporando conceptos más flexibles como “estrategia” y “habito”. Con este tipo de investigaciones se pudo acceder a un nuevo estudio sobre la colectividad, se rechazó por ejemplo el mito del consumidor pasivo y le puso acento a lo que llamaban “consumo de producción”. La novedad está en abordar la historia del hombre dentro de una comunidad histórica, desde una visión antropológica, no con un análisis parcelado de una determinada sociedad.
El trabajo historiográfico ha experimentado una gran ampliación y evolución, principalmente en dos sentidos, en primer lugar desde el punto de vista teórico con la reflexión sobre el problema de la duración de los periodos temporales y, en segundo término, desde el punto de vista de los temas novedosos que han suscitado el interés de los historiadores, temáticas tan variadas que a los ojos de los historiadores pareciese ser que no existen hoy en día temas vedados para la posible investigación. Temas históricos sobre la vida privada, la vida cotidiana, sobre la cultura, sobre las mentalidades colectivas, la religión, las costumbres, las creaciones humanas, la educación, en nuestro caso la alimentación, sólo por nombrar algunas, nos permiten alejarnos y al mismo tiempo profundizar sobre las temáticas tradicionales sobre política, la economía y las clases sociales, esto no significa que estas corrientes se hayan debilitado sino que se ha avanzado y superado los periodos esquemáticos deterministas y reduccionistas de la historia. El triunfo de Annales es lograr un entrecruzamiento entre los distintos tipos de temporalidad, tiempo largo y tiempo corto, y los distintos niveles de conocimiento humano (no sólo el político y el económico).
“Por historia vertical entiendo aquellas que como intento hacerlo en Mourir atrefouis y hoy en L´mort et occident de 1300 a nos tours, se esfuerza por tomar en cuenta “desde el sótano al granero”, los diferentes niveles de una aventura humana, en este caso desde los condicionamientos sociodemográficos hasta las formas más sofisticadas de expresión artística, pasando por las actitudes y las reacciones de la mayoría. Un conjunto complejo que impone esta investigación en la larga, y aún muy larga duración, porque sólo allí se puede esperar percibir ese “entrecruzamiento de los tiempos” en el que se expresa la dialéctica en los diferentes niveles. Lo que en absoluto quiere decir que esta historia en la longue dureé sea para mí una historia inmóvil”.[3]
[1] Febvre, Lucien. Op. Cit. Pág. 227.

[2] Burke, Peter – Op. Cit. pág. 73
[3] Vovelle, Michel, “Ideologías y Mentalidades” - Editorial Ariel. 1985. Pág. 98

Revolucion Historiografica Francesa: La Nouvelle Histoire y su desarrollo I


Es certero decir que la mayoría de los textos revolucionarios -cuanto metodologías históricas novedosas- se crearon en Francia en el siglo XX, hombres que trataron de proponer una nueva forma de hacer historia (historiadores como Lucien Febvre, Fernand Braudel, Jacques Le Goff, Emmanuel Le Roy Ladurie, Geoges Duby, Michel Vovelle, Michel Foucault por nombrar a algunos). La unidad de estos hombres en un movimiento se da por la diferenciación que tienen con la tradicional forma de hacer historia, plantean que la historia no sólo debe ser la política, bélica o la de los grandes hombres; la Nueva Historia es sobe todo la historia de las mentalidades, una historia serial de las mentalidades, una construcción que abarque todos los aspectos humanos del hombre, una historia que sigue los pasos de la Historia Total postulada por Pierre Vilar (semejante a la “Historia de las civilizaciones” de Fernand Braudel ) que pretende realizar un enfoque historiográfico holístico que aleje al historiador de los análisis evenemenciales o conocida como Historia de los Acontecimientos, relacionándola íntimamente con la Historia Económica y Social. Pretenden posicionar a toda la humanidad como actor directo de la historia, ya no sólo los grandes señores.
El nacimiento de este nuevo movimiento historiográfico se dio gracias a la creación de la revista francesa “Annales d´histoire économique et sociale”, en la cual se postularon por primera vez las directrices de dicho movimiento. Lucien Febvre y Marc Block fueron los editores de esta revista y los directores de lo que podríamos llamar la revolución historiográfica francesa que postula, a diferencia de la historia tradicional de la política y los Estados (que por su restricción temática sólo puede considerarse como una historia nacional o internacional), una investigación histórica novedosa puesto que combina distintas disciplinas como la arqueología, geografía, economía, antropología, psicología social y utilizando algunos planteamientos de la sociología de los “Année Sociologique” (donde habían muchos colegas de Febvre y Block en Estrasburgo). Como nos postulaba Febvre ¿Hay que tomar prestadas ciertas nociones? Algunas veces. Pero sobre todo, hay que tomar prestados métodos e inspiración. La regla hoy es que lo hagan investigadores aislados que buscan el apoyo de sus compañeros de otras disciplinas. Mañana será, sin duda, característica propia de trabajadores de formación diversa unidos en equipos para aunar sus esfuerzos; me imagino que el físico planteará el problema, el matemático aportará su virtuosismo en el manejo del lenguaje científico y, por último, el astrónomo elegirá los astros que hay que elegir en el inmenso campo del cielo, observará y controlará.”[1]
Motivaban una ampliación de las temáticas de investigación histórica: Historia del Arte, Historia de la Iglesia, Historia Económica, Historia Social, Historia de la Cultura, Historia de las Ciencias, etc.; aquí surgieron las críticas, los “auténticos historiadores” consideraban estas temáticas como anecdóticas y periféricas, en cambio los nuevos historiadores creían que toda actividad pasada del hombre, sea de la índole que sea en tanto pasada, puede ser reconstruida, todo tiene cierto grado de historicismo. Así por ejemplo durante la década de 1970 comenzaron a surgir una serie de investigaciones en torno a lo que corresponde a la Historia de las Ideas. Generalmente se enfoca en los sectores de la sociedad que no forman parte de la elite, se analizan sus actividades como el carnaval, las fiestas populares, los rituales religiosos, las tradiciones (como: mitologías, cuentos, leyendas, poemas épicos, en general formas de tradición oral). Estos historiadores estudian los procesos y elementos culturales que hacen posible la creación de tales tradiciones como: las ideas, la ciencia, el arte, costumbres, que se manifiestan socialmente por ejemplo a través de un patriotismo, nacionalismo, religiosidad, etc.
Para la historia tradicional lo importante es el relato de los acontecimientos sucesivos mientras que para la Nueva Historia importa más el estudio de estructuras. Para Fernand Braudel la historia debería ocuparse de los acontecimientos de “largo plazo” (Longue Dureè) y la “coyuntura” dejando de lado los acontecimientos; debemos realizar estudios de grandes procesos para así poder comprender a cabalidad la historia. Le da un real valor al contexto geográfico, así como también a la matematizacion de las ciencias sociales para que tengan una objetivación respecto a los espacios temporales. Mientras que la historia tradicional estudia desde una perspectiva “desde arriba”, ósea la historia de grandes hombres de la política; la Nueva Historia toma al hombre común y corriente como elemento de estudio y con él pretende encontrar y descubrir los cambios sociales. La historia tradicional, buscando la objetividad, sólo utiliza documentos “oficiales” mientras que la Nueva recoge una amplia gama de documentos, fuentes y testimonios para encontrar la objetividad. Pretende realizar una historia más global.
Histoire Globale: “La globalidad no es la pretensión de escribir una historia completa del mundo [histoire totale du monde]…, significa simplemente el deseo, cuando uno está frente a un problema, de ir sistemáticamente más allá de sus límites”.[2]
Podemos pensar que con esto se relativiza la realidad por la amplia carga cultural que poseen las nuevas fuentes, ya que todas ellas son entregadas con cierto sesgo de subjetividad al ser interpretadas. Si bien por un lado la Nueva Historia se ha enriquecido con los aportes de nuevas disciplinas éstas han ampliado el universo de la historiografía de una manera increíble, por lo que se ha generado una fragmentación de conocimientos. Cada vez es más específica la función de cada tipo de historiador, y si bien el historiador económico se aproxima al economista, este se aleja del historiador de la cultura a niveles que el mismo lenguaje técnico puede incomunicarlos. “Para hacer historia volved la espalda resueltamente al pasado, vivid primero. Mezclaos con la vida. Con la vida intelectual, indudablemente, en toda su variedad. Sed geógrafos, historiadores. Y también juristas, y sociólogos, y psicólogos; no hay que cerrar los ojos ante el gran movimiento que transforma las ciencias del universo físico a una velocidad vertiginosa”[3]. Es necesaria la construcción de un marco conceptual común que unifique nuevamente a los historiadores, el gran crecimiento de áreas científicas muestra la falta de comunicación que separa las disciplinas.
El nacimiento de esta Nueva Historia tuvo sus esfuerzos antes del siglo XX, Peter Burke nos cuenta que ya en el siglo XVIII existía un gran número de estudiosos de Escocia, Francia, Italia y Alemania que realizaban trabajos sobre lo que ellos denominaban “Historia Social”, una nueva disciplina que no se centrara en la política o en lo bélico, en cambio que incluyera comercio, leyes, moral, costumbres (como por ejemplo el “Essat sur les Moeurs” de Voltaire), les interesaba la reconstrucción del pasado por medio de la manifestación de valores y actitudes (o mezclaban el ámbito político con un nuevo dialogo socio-cultural como “La Decadencia y caída del Imperio Romano” de Edgard Gibbon). La Historia se diversificaba y profesionalizaba, el debate entre los historiadores ahora giraba en torno a la metodología de investigación. En 1860 Jacob Burckhardt planteaba que la Historia del Estado por ejemplo debía escribirse a partir del choque de tres fuerzas: el Estado, la Religión y la Cultura. Desea un nuevo tipo de descubrimiento, como sostiene Karl Popper “Una aproximación a las ciencias sociales que asume que la predicción histórica es su objetivo principal, y que asume que su objetivo es alcanzable mediante el descubrimiento de los "ritmos", o los "patrones", las "leyes" o las "tendencias" que subyacen a la evolución de la historia”[4]*
La historia se desarrollaba a manos de distintos especialistas, cada uno situándose desde una perspectiva particular a observar los problemas de la historicidad de los acontecimientos humanos, elementos -cuanto pasados- se pueden reconstruir, reinterpretar. “La obra maestra del historiador francés de la antigüedad Fustel de Coulanges, “La Ciudad Antigua” (1864), se concentraba en la historia de la religión, de la familia y de la moral antes que en los acontecimientos políticos”. Peter Burke continua exponiendo sobre Marx “De conformidad con la visión de la historia de Marx, las causas fundamentales de cambio estaban en las tensiones existentes en el seno de estructuras sociales y económicas”; y postula que la Nueva Historia económica y social le debe mucho también a “Auguste Comte, por ejemplo, se burlaba de lo que llamaba los “menudos detalles infantiles estudiados por la irracional curiosidad de ciegos compiladores de inútiles anécdotas” y abogaba por lo que llamaba, según una famosa frase, la “historia sin nombres”.* Herbert Spencer se quejaba de que “las biografías de monarcas (y nuestros hijos no aprenden otra cosa) no arrojan ninguna luz sobre la ciencia de las sociedades”** … “Kart Lamprecht, profesor de Leipzig, oponía la historia política, que era tan sólo historia de individuos, a la historia del pueblo. Posteriormente definió la historia como “una ciencia primariamente socio psicológica”*** [5]
La motivación de escribir la revista Annales es demostrar de alguna forma los triunfos de estos hombres al postular nuevas metodologías y temáticas para realizar la ciencia histórica. Este movimiento tuvo tres etapas o generaciones, la primera va desde 1920 a 1945, la cual estaba compuesta principalmente por historiadores que rechazaban fuertemente la “historia tradicional”, combatían radicalmente lo establecido por la Historia Política y la Historia de los Acontecimientos. Ellos, luego de finalizar la Segunda Gran Guerra, controlaron la historia oficial, esta segunda generación tuvo a Fernand Braudel como cabeza del movimiento.
Braudel incorporó nuevos conceptos y modalidades a la investigación histórica. En su historia sobre “El Mediterráneo y Felipe II” introdujo por ejemplo el elemento geográfico como base fundamental para la comprensión de un contexto temporal a cabalidad (la geo-historia). Sitúa a los individuos y acontecimientos en su contexto, en su medio, pero los hace inteligibles para mostrar su completa falta de importancia en el devenir histórico. Analiza los “Destinos colectivos y movimientos de conjunto” que no son otra cosa que la Historia de las Estructuras y de los Sistemas Económicos, que además agrega, son historias que van más lentas que el ritmo temporal de los acontecimientos, es una historia que avanza a una velocidad imperceptible. Es una especie de historia del hombre en relación con su ambiente, como una clase de geografía histórica, Braudel prefiere llamarla “Geohistoria” al creer que existe una relación íntima entre elementos espaciales y temporales. Este historiador ha sido el que más ha contribuido al cambio en nuestras nociones tiempo-espacio.
Fernand Braudel, en su deseo de ver las cosas a gran escala, ha debido seccionar la temporalidad dividiéndola en Corta duración y Larga duración (Longue Dureé). Analiza la “historia larga” relacionándola completamente con la compleja interacción que se da entre el hombre y su ambiente, economía, sociedad, política, cultura, ve una “Historia Total”. La Longue Dureé revela la temporalidad de las estructuras mentales, estructuras que en ocasiones pareciese ser no tienen movilidad a la percepción normal, pero que no revelan un estancamiento, una permanencia cultural dentro de la colectividad tal vez. El éxito que ha tenido la historia de larga duración dentro de los círculos académicos se debe a las modificaciones de las metodologías y enfoques, técnicas que entremezclan la versatilidad de combinar disciplinas como la historia y la geografía. Esto no significa sin embargo que los acontecimientos hayan perdido su historicidad, todo lo contrario, el Acontecimiento es el elemento que posee más larga duración, como nos postula Michel Vovelle.
Los avances en la Nueva Historia, como hemos dicho anteriormente, no se sitúan sólo en los novedosos postulados de Braudel sobre la temporalidad y geografía de la historia, sus temáticas son amplias. De central importancia para el curso, para este trabajo y su desarrollo en el análisis de la “Historia del Hambre y la Abundancia en Europa”, el estudio de la Historia Económica le ha permitido a los hombres de la generación de Braudel (Jacques Le goff, Emmanuel Le Roy Ladurie, y Marc Ferro, entre otros) poder profundizar la comprensión sobre estructuras, cambios en la sociedad y relaciones entre grupos y clases sociales, temáticas en las cuales gira Massimo Montanari para exponer su tesis sobre la evolución de la historia de la alimentación en Europa. La historia económica nos entrega elementos fundamentales para el entendimiento de comportamientos culturales; El Mediterraneo de Braudel nos presenta un ejemplo sobre la primera silla que llegó a China durante el siglo XIII, artículo que seguramente debe haber llegado por medio de un intercambio económico pero que significó para los asiáticos comenzar a utilizar nuevos muebles como mesas, nuevas posturas de alimentación, nuevos estilos de vida, elementos constitutivos de la vida cultural de China. No podemos desligar por lo tanto el estudio de la Historia Económica de la Historia Total de los Annales, mucho menos podríamos separar una Historia Cultural como lo es la línea de investigación en la cual se centra el trabajo de Montanari sobre la alimentación de los europeos.
La genialidad de Braudel descansa no sólo en su capacidad de crear una historia total, sino de intercalar lo general con lo particular, entre lo abstracto y lo concreto; enriqueció esta Nueva Historia Económica al mezclar explicaciones estructurales y multilaterales, llegaba a novedosas conclusiones como por ejemplo que los vaivenes económicos muchas veces respondían a la acción de minorías sociales o religiosas, por ejemplo para sus estudios sobre el capitalismo él postulaba que su nacimiento no se debía sólo a factores económicos (ponían su parte evidentemente), sino también a los políticos, los sociales, los culturales y la civilización misma, cada uno cumplía una función en la formación de este modelo económico. Con esto desbarataba completamente los postulados del marxismo, pensamiento que sólo responde a medios de producción, un factor netamente económico. Pero sin desmerecerlo (a Marx) valora su construcción, puesto que fue el primero en crear modelos sociales a partir de una longue dureé histórica. El punto débil de Braudel recaía en el simplismo con el que observaba la cultura y las ideas, factores determinantes en el estudio de Montanari. No les otorgaba autonomía para poder comprender un problema histórico, necesitaba y se valía de la geografía y de la economía en primera instancia, para luego enriquecer su estudio con otros elementos, pero nunca los situó como primarios.
Braudel en cierta medida desmerecía y se resistía al valor de la Nueva Historia Cuantitativa y la Historia de las Mentalidades, por lo mismo es que se alejó de estas dos importantes disciplinas desarrolladas en esos años. Por lo tanto no podemos considerar el desarrollo de Annales en esos años sólo gracias a la emblemática dirección, ideas, influencias o intereses de Fernand Braudel. En 1970 se dio la revolución cuantitativa, primero visible en el campo económico (especialmente en la Historia de los Precios) y de aquí la revolución se extendió hasta el campo de la Historia Social (particularmente a la Historia de las Poblaciones), aún el movimiento de Annales debe crecer, en esta segunda generación se da el pie inicial para evolucionar a lo que será una Nueva Historia de la Cultura, de las Mentalidades, de la Religión.
Peter Burke nos relata que el uso de elementos estadísticos y cuantitativos ya se estaba haciendo común entre los historiadores económicos, ya en el siglo XIX se habían realizado un gran número de estudios sobre la Historia de los Precios. “En los años 1932-3, aparecieron en francés dos importantes estudios. El primero, que Lucien Febvre consideró como un libro que los historiadores debían tener como de cabecera, era Investigaciones sobre el Movimiento General de Precios*. Se trataba de la obra del economista Francois Simiand, el mismo que publicara un resonante ataque contra la historia tradicional treinta años atrás. Las Investigaciones se referían a la alternancia en la historia de periodos de expansión, que Simiand llamaba fases A y periodos de contracción o fases B**.
El segundo estudio importante, modestamente titulado Esbozo del Movimiento de Precios e Ingresos en la Francia del siglo XVIII, era la obra de un joven historiador, Ernest Labrousee***.”[6]
Gracias a este joven historiador, Labrousse, el marxismo comenzó a ingresar en el movimiento de Annales, y con él los métodos estadísticos, pensaba que podía realizar un estudio sobre la Francia del siglo XVIII fuertemente cargado de elementos cuantitativos, inspirado por la metodología de Simiand y Albert Aftalion logró publicar su trabajo en dos partes: El Esbozo (1933) y La Crisis (1944) [La Historia de los Precios y el Fin del Antiguo Régimen en Francia respectivamente], se preocupaba de las tendencias a largo plazo (le mouvment e longue dureé) y de los ciclos cortos o como los denomina él “crisis cíclicas”. Utilizaba conceptos y medotologías de economistas como Juglar, Kondratieff, y de su inspirador Albert Aftalion, interesados al igual que él en los ciclos económicos breves y largos. Gracias a su obra, Annales comenzó a publicarse en un formato más grande que pudiera almacenar variados tipos de esquemas, gráficos, tablas y datos cuantitativos.
Como anteriormente hemos enunciado, la Historia de las Poblaciones le siguió el paso a la Historia de los Precios en lo que respecta a nuevas metodologías cuantitativas. La Nueva Historia se sigue enriqueciendo con nuevas técnicas y métodos, se acerca cada vez más a la compleja y multifacética historia del hombre. Este nuevo trabajo se dio por una colaboración entre demógrafos e historiadores en 1950. En Francia el desarrollo de este nuevo campo se demostró con el trabajo de Louis Henry, realizó un estudio de las poblaciones del pasado y desarrolló el método de reconstitución de la familia, al vincular registros de matrimonios, nacimientos y muertes en Ginebra. La Historia Demográfica quedó completamente relacionada a la Historia Social, en 1960 la Sexta Sección de Annales fundaba una nueva serie histórica llamaba “Demografía y Sociedades”.
Una de las primeras publicaciones de esta nueva serie fue la tesis de Pierre Goubert sobre “Beauvais” y el “Beauvaisis”, dividió su trabajo en dos partes “Estructura” y “Coyuntura” al igual que Chaunu; con la yuxtaposición que hace entre los movimientos de precios y poblaciones nos presenta las consecuencias sociales de los cambios económicos. Esta yuxtaposición es utilizada por Massimo Montanari para explicar algunos movimientos de los alimentos europeos, pero no es su tesis central, prefiere darle más valor a la Historia Cultural y de las Mentalidades para reafirmar su tesis sobre el choque de poderes en la sociedad y cómo este articula determinadas formas de alimentación. Esta evolución y acercamiento de Annales hacia la cultura la analizaremos a continuación. Nuestra investigación nos continúa mostrando este sistemático desarrollo que les está permitiendo a los historiadores (gracias a los novedosos postulados de Annales) ahondar en todas las aristas de la historia humana.
“Los hombres son el objeto único de la historia, de una historia que se inscribe en el grupo de las disciplinas humanas de todos los órdenes y de todos los grados, al lado de la antropología, la psicología, la lingüística, etc. [¿Por qué no la economía y la demografía?]; una historia que no se interesa por cualquier tipo de hombre abstracto, eterno, inmutable en su fondo y perpetuamente idéntico a sí mismo, sino por hombres comprendidos en el marco de las sociedades de que son miembros. La historia se interesa por hombres dotados de múltiples funciones, de diversas actividades, preocupaciones y actitudes variadas que se mezclan, chocan, se contrarían y acaban por concluir entre ellas una paz de compromiso, un modus vivendi al que denominamos Vida”.[7]
La importancia del trabajo de Pierre Goubert descansa en la capacidad de unir el estudio demográfico con la Historia Social de una determinada región. Goubert enmarcaba su trabajo en lo que él denominaba “Demografía Social”, analizaba como diferían las posibilidades de supervivencia entre un grupo social y otro, es una historia de todos los sectores sociales no sólo de los poderosos y ricos, esta posición la reafirmó en su obra “Luis XIV y veinte millones de franceses”. Al igual que Montanari revisa y estudia la diferencia que hay entre la vida rural y la vida urbana, los señores y el campesinado, los ricos y los pobres. Si bien su investigación es un aporte gigante a la Historia Social, dista mucho de ser una Histoire Globale como postula Braudel, no ahonda lo suficiente en la “mentalidad burguesa”, tema que Montanari estudia a cabalidad para poder comprender las relaciones alimenticias europeas.
La Historia Social y la Demografía permitieron el desarrollo de brillantes obras de estudios regionales. Pierre Vilar, Emmanuel Le Roy Ladurie y Michel Vovelle fueron los hombres que crearon las más distinguidas obras regionales y sociales de la Segunda y Tercera Generación de Annales. Estos estudios regionales combinaban “estructuras” de Braudel, la “coyuntura” de Labrousse y la nueva demografía histórica presentada por Pierre Goubert. Son estudios locales, urbanos y rurales, divididos en Estructura y Coyuntura, que presentan datos que pueden ser verificables en la longue dureé como la permanencia de precios y las tasas de mortalidad. Por eso nace el nuevo concepto acuñado por los franceses de Annales, la “Historia Serial” (Histoire Sérielle). La revolución cuantitativa ha transformado completamente el oficio del historiador en Francia, como sostiene Le Roy Ladurie. Generalmente estos estudios analizaban los aspectos económicos, para luego dar paso a los sociales y mentales, concluían con un análisis de las actitudes políticas y cómo se han dado todos estos cambios a lo largo del tiempo. Utilizando métodos cuantitativos la generación de la década del 60 de Annales no sólo estudió las Historia Económica como las fluctuaciones de precios, ni sólo la Social como las tasas de nacimiento y mortandad, también lograron sostener algunos postulados sobre las tendencias visibles sobre la distribución de la propiedad y la productividad agrícola como por ejemplo “Los campesinos del Languedoc” de Le Roy Ladurie.
Vemos en “Los campesinos del Languedoc” una similitud metodológica con “El Hambre y la Abundancia” de Massimo Montanari. “…Le Roy adoptó una forma cronológica de organización en lugar de la división en “estructura” y “coyuntura”. En cada sección cronológica, el autor trataba fenómenos culturales tales como el nacimiento del protestantismo y la alfabetización y también describía las reacciones de la gente ordinaria de la región frente a los cambios económicos que experimentaba en su vida cotidiana. Para escribir esta “historia de los de abajo”, el autor se basó primordialmente en la prueba de rebeliones”.[8]

Sobre la historia desde abajo Jim Sharpe nos señala: “Dicha perspectiva ha resultado de inmediato atrayente para los historiadores ansiosos por ampliar los limites de sus disciplinas, abrir nuevas áreas de investigación y, sobre todo, explorar las experiencias históricas de las personas cuya existencia tan a menudo se ignora, se da por supuesta o se menciona de pasada en la corriente principal de la historia”.[9]
Como piensa Montanari, el análisis de los campesinos del Languedoc es demasiado simplista y malthusiano, pensar que los cambios en esta zona sólo se dieron por un modelo demográfico especifico es demasiado básico, no pueden dejarse de lado las estructuras de las relaciones de poder entre las clases, el poder de la clase determina en última instancia el grado de cambio demográfico, las tendencias comerciales, los cambios de ingresos y precios y el crecimiento económico. Se forman así dos modelos opuestos pero dependientes el uno del otro, por un lado un modelo demográfico que utiliza las relaciones de clases, y un modelo de clases que utiliza los elementos demográficos. Aceptar o no un modelo en el ejemplo de Languedoc de Le Roy Ladurie sería soberbio de nuestra parte, sólo debemos valorarlo por su capacidad de combinar una minuciosa Historia Económica con una Historia Social Cuantitativa, y enriquecerla con novedosas visiones políticas y religiosas de la Psicohistoria. Su valor además recae en poder examinar las limitaciones y falencias del sistema braudeliano, y así tratar de mejorarlo. Las mejoras y modificaciones se realizarán en la Tercera Generación de Annales, evoluciones a las cuales le debemos mucho para el análisis de la obra “El Hambre y la abundancia: Historia y cultura de la alimentación en Europa” de Massimo Montanari.
[1] Febvre, Lucien – “Combates por la Historia” pág. 30 – Editorial Ariel S.A. España 1970.
[2] Burke, Peter – “La Revolución Historiográfica Francesa: La Escuela de los Annales: 1929-1989” pág. 111 Editorial Gedisa S.A. 1999– Ref. “El Mediterráneo en la época de Felipe II” México, F, C, E, 1976
[3] Febvre, Lucien – “Combates por la Historia” Op.Cit. pág. 56

[4] Popper, Karl “La miseria del historicismo” (1961) – Editorial Alianza / Extraído de http://www.wikipedia.org/
[5] Burke, Peter, Op. Cit. pág. 16-17 – Ref. *Comte, A. “Tours de philosophie positive” (1864) Vol.5 Lección 52 págs. 10 y siguientes. / Ref. ** Spencer, Herbert “Seáis on Education” (1861) págs, 26 y siguientes – Nueva Editorial, Londres 1911. / Ref. *** Lamprech, K. “Deutsche Geschichte” , Leipzig (1894)
[6] Burke, Peter – OP. Cit. págs. 57-58. /Ref.* Febvre, Lucien (1962) “Pour une histoire á part entiére” págs. 190-1 /Ref.** Simiand, Francois “Recherches anciennes et nouvelles sur le movement general des prix” (1932) /Ref*** Labrousse, Ernest “Esquisse du movement des prix et des revenues” (1933).
[7] Febvre, Lucien –Op. Cit. pág. 41.
[8] Burke, Peter – Op. Cit. pág. 66.

[9] Sharpe, Jim en la recopilación “Formas de Hacer Historia” pág. 40 Alianza Editorial 1991.

Desarrollo de la Historiografia sobre Arquitectura colonial americana II - Mario J. Buschiazzo


En torno al arquitecto e historiador enunciado, Mario J. Buschiazzo, analizaremos algunos elementos de su trabajo historiográfico particularmente en torno a su investigación sobre la “Fusión-hispano-indígena”, tratando de descubrir el porqué de sus postulados. Dejando de lado la “visión “europeizante” este arquitecto e historiador argentino plantea en sus obras “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” (1944) e “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica” (1961), que el desarrollo de la arquitectura colonial americana no es una mera emulación y copia de la arquitectura española, como lo habían hecho hasta esos momentos las miradas clasicistas de las antiguas generaciones historiográficas, que tratan de crear un universo europeo en una realidad americana. Sostiene que la arquitectura colonial americana se desarrolla como una fusión de las características de ambas culturas, dando como resultado una “arquitectura hibrida”[1] y de características únicas. Este postulado lo reafirmara 17 años después con el segundo libro citado en este párrafo, al introducir no sólo la mixtura de elementos hispanos a la arquitectura americana, sino que también algunos pertenecientes a la península ibérica.
Nuestra tarea será tratar de descubrir la razón de sus postulados, el porqué de sus formulaciones y el contexto en el cual les dio nacimiento. Analizaremos dos elementos de su investigación que nos logren sustentar, a modo de variables, las problemáticas que trabaja este historiador de la arquitectura para luego examinar un objeto de estudio particular.
Primero, y de vital importancia para la creación histórica, debemos analizar el contexto en el cual Buschiazzo se desarrolla:
1- su formación como un investigador documentalista, que guiado por el convencimiento de que para realizar una investigación seria y acabada sobre la arquitectura americana se debía recopilar una gran cantidad de material bibliográfico, gráfico, planos, esquemas, dibujos, fotografías a lo largo de todo América; además del apoyo y colaboración de los españoles Diego Angulo Iñiguez (del cual Buschiazzo fue corresponsal) y Marco Dorta dieron como resultado los primeros puentes de relación entre los conocimientos de distintos especialistas americanos y españoles, dejando de lado así la “visión europeizante” de la arquitectura americana como una emulación del arte europeo, al encontrar elementos de ambas culturas en las construcciones coloniales americanas de forma “hibrida”.
2- Luego, sosteniendo él un método de investigación basado en la crítica histórico-artística desarrolla una correlación y estudio comparativo de la arquitectura colonial interamericana, lo que le entrega importantes elementos que sustenten su investigación. Se percata que a la llegada de los conquistadores a América, su arquitectura (aunque se quiso emular a la española) fue de alguna manera modificada y determinada por las necesidades geográficas, ambientales y técnicas (en lo que se refiere a la obtención de materiales). Postula también que la necesidad funcionalista de la arquitectura española en América (evangelización y defensa) tuvo que adecuarse a la realidad cultural americana, dándose nuevamente un choque que produciría una fusión de elementos expresados en la arquitectura; por ejemplo, el choque cultural entre las visiones y concepciones sobre los espacios cerrados y los espacios abiertos (capillas abiertas para indios).
Para analizar la primera variable que da origen a los postulados de Buschiazzo debemos comprender como este investigador articuló su investigación. Mario J. Buschiazzo nació en Buenos Aires, Argentina en 1902, hijo de Félix Buschiazzo fallecido tempranamente; rodeado de una familia de arquitectos que se encargaron de él (su abuelo Carlos, maestro mayor en Pont´Ivrea; su tío, el conocido arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, creador de la ampliación de la Plaza de Mayo) recibió una buena educación. Culminó sus estudios de bachiller en el Colegio Internacional del Olivo en 1920 (obteniendo medalla de oro como mejor alumno); al año siguiente ingresó a la Universidad de Buenos Aires donde se graduó de arquitecto en 1925. Ya para 1933 comenzaba su carrera docente obteniendo el puesto de profesor titular en 1941 para la misma universidad que le entregó su formación.
Su importancia descansa en la mezcla de su oficio por la historia y su carrera profesional como arquitecto para elaborar su obra. Alberto de Paula sostiene: “La originalidad de su vida fue unir a su propia creatividad profesional una singular vocación por la historia, entendida por él no sólo como un conjunto de conocimientos del pasado, sino también como el marco contextual de un patrimonio tangible, que es expresión concreta de una identidad social. La historia se constituye, así, en el eje de la cultura entendida como creación social”[2].
Su método de crítica del arte por medio de la comparación de las obras a lo largo de América le entregó una experiencia más acabada sobre la producción arquitectónica para dejar de lado las visiones europeizantes cargadas de una ideología militante. “La técnica de Buschiazzo en sus trabajos de critica histórico-artística me parece la única adecuada y correcta, el ideal para cualquier trabajador que desea producir una obra seria y duradera. El es un técnico, un arquitecto que levanta sus planos, dibuja sus alzados. Sabe fotografiar lo más valioso para su estudio, pero no desdeña nunca, como tantos otros que se dicen historiadores del arte y que toman una actitud de olímpica ignorancia, el aparato histórico y erudito…”[3]. Su disposición a recorrer el continente lo llevó a realizar grandes travesías en barco y avión, esta disposición coincidió con los esfuerzos que realizaban Diego Angulo Iñiguez y Marco Dorta por recorrer el continente Americano para conocer la realidad y permanencia de las obras arquitectónicas de la época colonial post conquista española. La suma de la investigación documental de estos investigadores crearía los primeros puentes de conocimientos entre ambas naciones (España y Argentina), además en esta tarea de “consolidación” del nuevo tipo de historiografía tienen una especial importancia algunas instituciones encargadas de difundir el estudio de la historia de la arquitectura como anteriormente hemos enunciado. La creación del Laboratorio de Arte de Sevilla creado por los esfuerzos de Angulo Iñiguez, Martín Noel y Marco Dorta; el Seminario de Arte Hispanoamericano en Madrid; El Instituto de Investigaciones Estéticas de México; el Instituto de Historia de la Arquitectura de Montevideo; El Instituto de Investigaciones Estéticas Carlos Arbelaez Camacho en Bogota; el Centro de Investigaciones Estéticas de Caracas; entre otras, impulsaran la investigación sobre arquitectura hispanoamericana en Argentina. Tratando de desligarse de las “visiones europeizantes” se crea en Buenos Aires por esfuerzo de Buschiazzo (con la colaboración de Angulo Iñiguez, Marco Dorta, y la influencia directa de Martín Noel) el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas (fundación 1946, en 1972 al nombre del instituto se le adicionaría el nombre de su fundador) con ella se da la autonomía a la carrera de arquitectura en la Universidad de Buenos Aries, hasta el momento anexionada a la escuela de ingeniería.
Los puentes de comunicación creados entre estos investigadores y las instituciones en las que participan posibilitan la formulación de una “critica al academicismo clasicista “italo-frances”[4], se trata de crear una nueva metodología historiográfica que terminara con los errores y vacíos de los sistemas de investigación pasados. Se le quiere quitar el peso peyorativo a nuestra construcción arquitectónica valorando lo propiamente americano, pero sin desligar evidentemente las influencias españolas en la fusión de elementos arquitectónicos. Buschiazzo postula en las obras anteriormente citadas que las afirmaciones clasicistas que sostienen que el arte americano es sólo una emulación “menor” del arte español, no poseen ningún fundamento puesto que nuestra realidad contemporánea no justifica esas visiones arcaicas y “a-historicistas[5]”. Se está articulando un cambio de óptica respecto a las concepciones que se tenían de la conquista española, ahora también hay una profundización en los aspectos económico-sociales y culturales de la historia, se está logrando cierto equilibrio en la investigación.
Los esfuerzos de Buschiazzo, Angulo Iñiguez y Marco Dorta, no sólo en el ámbito de la investigación documental, sino también gracias a sus numerosos viajes por el continente (tenemos que recordar la precariedad de los medios de comunicación de la época, en los que la carta se transformaba épicamente en el medio de traspaso de ideas por excelencia) dieron nacimiento a la obra símbolo de las nuevas metodologías historiográficas documentalistas, “Historia del Arte Hispanoamericano”, entrega en 3 tomos entre los años 1945 y 1956, obra aún no superada como una expresión global de la arquitectura colonial americana. Dan una nueva solides documental a la investigación histórica a través de los textos, dejando de lado así los subjetivismos de los enfoques e interpretaciones clasicistas. Sus conocimientos técnicos como arquitectos enriquecen la investigación historiográfica aportando una gran cantidad de fuentes de distinta índole: croquis, planos levantamientos, litografías, fotografías, etc. Buschiazzo fue el cimiento que daría el soporte para los puentes de comunicación y conocimientos intercambiados entre españoles y americanos (Colombia, Panamá, Perú, Bolivia, Chile, México, etc.), logrando así un nuevo enfoque historiográfico, ya expuesto en sus “Estudios de Arquitectura colonial hispanoamericana”, como aproximaciones monográficas con una visión global y de conjunto sobre la producción arquitectónica americana. Esta visión continental la obtuvo por sus numerosos viajes a lo largo del continente, consolidando sus postulados años después al publicar “La Historia de la arquitectura colonial en IberoAmérica”.
Superando las barreras de las visiones de las generaciones anteriores Buschiazzo logra reconocer elementos hispanos e indígenas en la arquitectura americana, no a modo de transculturación, sino como una “fusión hibrida” de elementos que daría una creación de características únicas y particulares. Esta premisa sería la que llevarían de cabecera los continuadores y discípulos de Buschiazzo en la Revista que el mismo fundó, “Revista de Arquitectura” (1915) de la Universidad de Buenos Aires, buscando minimizar la influencia del clasicismo para volcarnos a una completa “restauración nacionalista de nuestra arquitectura”[6], esto haría crecer en las generaciones venideras la conciencia de que somos poseedores de un patrimonio arquitectónico común a lo largo de América. Detenernos más en la historia y evolución de la revista se escapa de nuestros propósitos, ahora, para tratar de fundamentar el siguiente punto o variable que sustenta los postulados de Buschiazzo profundizaremos la temática de la fusión hispano-indígena tratada en las obras anteriormente citadas.
Buschiazzo se percata que a la llegada de los conquistadores españoles a América se trató conscientemente de emular las leyes, la administración pública y económica, sus instituciones, al igual que la arquitectura de su nación, pero la realidad geográfica, climática, socio-cultural desencadenaría un proceso propio en el cual la apropiación e intercambio de técnicas y materiales se daría hacia los dos sentidos, no hay una transculturación (exceptuando el tema de la evangelización) hay una mixtura de conocimientos, técnicas y métodos que adecuándose a la realidad americana darían obras de carácter único.
Alberto J. de Paula sostiene que este nuevo “neo-romanticismo” impulsado por Buschiazzo a “sistematizado el conocimiento de las obras de arquitectura regional” para así producir “bibliografía acerca de ellas y se las empezó a considerar como patrimonio social y memoria común, y tratar de conservarlas. Esos serían, en general, los objetivos que orientaron la vocación y centraron la labor profesional, científica y docente de Mario J. Buschiazzo que en uno de sus trabajos se refirió a ese polémico periodo con estos términos[7]: “Lógicamente un movimiento inspirado en elevados propósitos, pero negativo por cuanto significaba detener el curso del tiempo, estaba destinado a morir”[8].
El arte colonial fue la primera temática que Buschiazzo y el Instituto trabajaron, adoptando una metodología nueva que tomaba las tradiciones pasadas pero enriquecía el estudio con la “obra viva” (arquitectura preservada). No sólo realizaba una compilación de datos, sino que también introducía un análisis crítico y comparado entre las obras, otorgando atribuciones formales y características estructurales a las obras analizadas. Buschiazzo sabe que el proceso de ocupación territorial del conquistador español modificó sustancialmente sus pautas de vida y con ellas la producción de su arquitectura. La estrecha vinculación entre la ocupación político-económico-militar y el proceso de conversión de los indígenas transformo las experiencias y comportamientos de los españoles. Buschiazzo sostiene en “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica” que estas adaptaciones en gran medida son provocadas por el impacto fundamental que produce el ambiente, las distancias enormes entre territorios, los ríos caudalosos, las selvas inexploradas, la nueva flora y fauna, ademas del clima. Continua, los modelos y estructuras arquitectónicas se crean de un proceso integrador entre las experiencias europeas y las americanas. Se genera un resultado imprevisto para Buschiazzo y a juicio de Ramón Gutiérrez, la arquitectura se crea a partir de una síntesis expresiva que responde más a una concordancia entre modelos que ha una adopción de unos con los otros. Para este investigador es de vital importancia el choque entre las religiones, dos credos diametralmente opuestos que llevan consigo cosmovisiones determinantes en sus modelos arquitectónicos. La pugna producida por la evangelización llevó a los españoles a construir “Iglesias-fuertes”[9] para protegerse y al mismo tiempo lograr evangelizar al indígena, algo nunca antes visto en la arquitectura del español que es un hombre muy espiritual, acostumbrado a grandes templos que poseen sólo una funcionalidad. (Buschiazzo hace algunas referencias a arquitecturas paleo-cristianas en Yugoslavia, como la “basílica discoperta[10]”, pero son sólo aproximaciones, no es una comparación directa).
Podríamos añadir: “…la acción de asimilación del antinaturalismo europeo, explicito en las elaboradas y convencionales formas, desembocó hacia una visión más naturalista y orgánica, conforme a la sensibilidad local y conforme a fenómenos de transculturación que privilegiaban la introducción sistemática de repertorios ideológicamente asépticos…”[11], debemos tomar este fragmento de Gutiérrez con distancia puesto que Buschiazzo no es partícipe de la “transculturación” como motor de la arquitectura americana.
La arquitectura condicionada a factores locales determinó las formas de emplazamiento, los modos del uso del suelo, los materiales, tecnologías, etc.; el español debe romper su relación con el medio como estaba acostumbrado a vivir, en España la rigidez entre lo urbano y las áreas de cultivo están bien delimitadas, ahora la integración en América hace nebulosos estos limites introduciendo la naturaleza al poblado. En el caso de la funcionalidad de las iglesias en su trabajo evangelizador, tuvo que modificar sustancialmente los símbolos utilizados en España para crear una comprensión más metafórica por parte de los indígenas americanos. Por ejemplo, algunos descubrimientos de Buschiazzo en torno a la Catedral del Cuzco le han entregado importantes datos (también analizados por Mario Sartor en “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica”[12]) que el choque entre estas culturas ha producido nuevas simbologías dispuestas por razones funcionales. La imagen de un Dios cristiano, uno y trino, se ha asimilado por la población indígena como una deidad tricéfala, los españoles al comprender la íntima relación de estos con su entorno natural le otorgaron imágenes a esta trinidad más fáciles de comprender por la población, otorgándole a Dios padre la imagen de un anciano, a Cristo como un joven maduro y al Espíritu Santo la imagen de una paloma.
Buschiazzo advierte que la relación entre el contexto físico y el cultural es de vital importancia para la comprensión del desarrollo de la arquitectura, principalmente para analizar las obras de la región andina peruana. Sostiene que se han utilizado “modelos estructurales conocidos por los españoles”[13] pero que se han modificado por las realidades americanas, por ejemplo se crean iglesias de estructuras clásicas (europeas) pero se le anexan capillas abiertas para la evangelización de indios (por el sentimiento de encierro que les producen las bóvedas y techos de las mismas), se acompaña la imagen de Cristo con símbolos más próximos a los indígenas: ornamentos con formas de frutas, animales, flora, e incluso, en los casos más curiosos, se mezclan las deidades de las cosmologías indígenas con las del cristianismo. “Conocemos, ademas, cantidades de rasgos estructurales de las comunidades indígenas, que se volcarán prácticamente en problemas de organización urbanística, social, artesanal y aún arquitectónica en los poblados formados en el periodo hispánico”[14]. Con esto Gutiérrez cree, al igual que Buschiazzo, que la comprensión más acabada de la cosmovisión indígena nos entregará un mayor entendimiento de la permanencia y fusión de los elementos hispano-indígenas.
La visión universal de Buschiazzo en sus obras sostiene que la ornamentación (en el caso de Perú) es algo adjetivo, no sustancial pero que de alguna manera tiene real importancia al explicarnos las actitudes de conquistadores e indígenas para levantar obras de arquitectura con este tipo de características. El “Barroco Americano”[15] de alguna u otra forma se manifiesta como la expresión exterior de la emocionalidad más profunda del movimiento y esto nos expresa la relación, especialmente en las iglesias, entre la cultura del español y los valores simbólicos de la cosmovisión indígena.
No podríamos dar una justificación clara a los postulados de Mario Buschiazzo sin analizar por lo menos uno de sus objetos de estudio, para comprender como articuló su investigación sobre la “fusión hispano-indígena”. Sucintamente estudiaremos la investigación que realiza este arquitecto en torno al Cuzco, particularmente sobre la Catedral de Cuzco. Esta obra fue construida (comenzada) por el experimentado arquitecto Francisco Becerra en 1560, ademas de muchos maestros y alarifes que colaboraron con el pasar de los años (Juan Correa, Juan Rodríguez de Rivera, Diego Arias de la Cerda, Juan Toledano, Juan de la Coba y finalmente Francisco Domínguez de Chávez y Arellano, maestro al cual le debemos la fachada de la catedral). Buschiazzo logra descubrir gracias a su investigación que Domínguez de Chávez y Arellano finaliza los trabajos en la catedral definitivamente en 1654. La lentitud del trabajo, nos explica en sus “Estudios de Arquitectura colonial hispanoamericana”, se debió a la falta de fondos que paralizaron la obra en sucesivas ocasiones, sólo con el apoyo del obispo Juan Alonso Ocón desde 1644 se pudo concluir el trabajo ya comenzado.
Gracias su investigación documentalista, logrando el acceso a planos y dibujos, Buschiazzo sostiene que esta catedral es uno de los mejores ejemplos para demostrar la “fusión hispano-indígena”. La catedral se estructuró a partir de los modelos clásicos españoles, con forma de cruz latina, “…tres naves procesionales y dos más con capillas laterales, crucero sin cimborio, bóvedas nervadas, disposición especial interior de iglesia-salón como las importadas por los maestros alemanes en la España meridional…”[16], pero ésta fue edificada sobre las ruinas y trazados de los templos incaicos destruidos por los conquistadores. El “Barroco Americano” posee un sentido instrumental y operativo, busca el equilibrio entre lo que desea ser y lo que puede ser; el Barroco europeo en cambio busca el movimiento y el infinito. Por eso, concientemente los pertenecientes al Cabildo Eclesiástico Español determinaron, por la falta de materiales, la sismicidad del territorio y la resistencia de las materias primas, que se utilizaran para la construcción de este templo las piedras pulidas y talladas provenientes de las ruinas destruidas de la fortaleza incaica de Sacsahuaman (Buschiazzo en su erudita investigación tuvo acceso al Primer Libro Capitular de fojas 99 registrado en 1552 en el cual aparecen documentados estos datos).
La utilización de esta piedra de coloración parda y por el gran tamaño de la catedral, unida a sus torres y pináculos como almenas, le otorgan un “aspecto desafiante”[17] a esta catedral. Luego de esta opinión-crítico personal Buschiazzo postula que esta forma es creada emulando los “templos-fortalezas”[18] de México que poseen una doble función, evangelización y en caso de levantamiento de indios, defensa para la población dentro de sus murallas (constatamos aquí su método comparativo y visión continental de la arquitectura americana). La catedral posee 3 naves de la misma altura cada una dividida por 14 pilares (“machones”[19]), con capillas laterales entre los contrafuertes; el coro es el mejor ejemplo de los modelos hispánicos al estar ubicado frente al altar mayor (atribuido según la investigación de Buschiazzo al prebendado Diego Arias de la Cerda). El templo “simboliza la psicología agresiva del conquistador del siglo XVI”[20], pero la historia y los acontecimientos fueron modificando esta construcción dándole un nuevo valor. En 1536 Manco II atacó la ciudad y obligó a los conquistadores a refugiarse en el palacio incaico de Sunturhuasi, a los años (luego de su destrucción) se levantó en el mismo lugar el Templo del Triunfo, denominado así por la victoria obtenida por los indígenas en aquel ocasión. La fusión estructural, formal y ahora simbólica es evidente entre ambas culturas; reafirmado en 1654 cuando el Cabildo Eclesiástico determinó que esa anexión sólo sería utilizada como capilla matriz para los españoles (la llamarían luego en 1664 Sagrario). El altar de la Catedral, comúnmente hechos de madera en América, se hizo de duro granito (donación del obispo Jerónimo de Romani y Carrillo (adaptación de los modelos españoles a la realidad material americana). Al otro extremo se encuentra el templo dedicado a la Sagrada Familia (conocido también como Templo de Jesús y María), conectado al templo principal por una bóveda abierta (Buschiazzo cree que en este momento, 1723, se ha consolidado el reconocimiento de que la construcción de la catedral debe responder a necesidades funcionales de evangelización indígena). Esto, como hemos enunciado anteriormente se debe a la sensación de claustrofobia que le provocan al indígena los espacios cerrados abovedados o con techo. “Su planta es de una sola nave, con capillas laterales; la fachada, aunque muy simple, revela ya el influjo barroco con alguna aportación localista evidenciada en la libre interpretación de sus capiteles seudo-corintios y en la decoración de sus fustes helicoidales -(con ornamentos indígenas)- , semejantes a los de muchas iglesias del altiplano Perú-boliviano.”[21]Finalizando estas lecturas en torno a una temática de la producción historiográfica de este arquitecto argentino podemos concluir, bajo juicio del mismo Buschiazzo y Ramón Gutiérrez, que la arquitectura americana debe analizarse desde dentro de América, seguir sosteniendo modelos de investigación foráneos no nos permitirá encontrar lo verdaderamente americano en nuestra arquitectura. La ampliación del conocimiento que le ha legado a las generaciones posteriores ha renovado la enseñanza de la arquitectura y la formación de recursos humanos para la investigación y docencia de la misma. Alberto J. de Paula postula que el interés que poseía este arquitecto por las inquietudes de sus alumnos lo impulsó en gran medida a actualizar y modificar las metodologías de investigación imperantes en la época (“visiones europeizantes”). Ciegamente creía en el valor de la docencia como instrumento de traspaso de la cultura y en la universidad como una entidad capaz de crear conocimiento; para luego, partiendo de ambas, construir una identidad específica de un pueblo desligada de visiones peyorativas foráneas
[1] “Arquitectura Hibrida”: caracterización de nuestras obras en América, que trata de quitar el peso peyorativo de “bastarda” o “provinciana” que se le ha dado a nuestra arquitectura por antiguas generaciones. Idea expuesta en Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.

[2] De Paula, J. Alberto, “Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano” publicado en “Mario J. Buschiazzo” “Separata de anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas” creado por el centenario de su nacimiento 1902-10 diciembre 2002. Pág. 13
[3] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario. “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”. Ver Prologo de Toussaint, Manuel. Director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
[4] Op. Cit. De Paula, J. Alberto, ““Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano”. Pág. 14.
[5] “a-histórica”: concepto utilizado por Ramón Gutiérrez para referirse a las metodologías de los “pioneros” y a algunos de los “precursores” de la historiografía americana. En Op.Cit. Gutiérrez Ramón, “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985”.
[6] “restauración nacionalista de nuestra arquitectura”: Ramón Gutiérrez se refiere al legado y a los objetivos de Buschiazzo y sus discípulos hacia la posteridad. En Op. Cit. “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985”.
[7] Op. Cit. De Paula, J. Alberto, ““Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano”. Pág. 16
[8] Idea expresada en Op. Cit. Buschiazzo, J Mario “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”
[9] Concepto utilizado a lo largo de la Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.
[10]Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 36.
[11] Gutiérrez, Ramón, “Reflexiones para una Historia propia de la Arquitectura Americana” presentado en el Seminario “IberoAmérica y España: Criticas en Arquitectura” Universidad Internacional Menéndez Pelayo, España, Agosto de 1984. Pág. 4
[12] Sartor, Mario, “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica” Universitá degli Studi. Udine. Italia. Faltan datos de publicación (texto facilitado por el profesor José de Nordenflycht – Seminario de Especialidad II, programa de Magíster en Historia PUCV.
[13] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.Concepto utilizado en el capitulo II de esta obra. “El primer choque con las culturas indígenas”.
[14] Op. Cit. Gutiérrez, Ramón, “Reflexiones para una Historia propia de la Arquitectura Americana”, Pág. 10
[15] Caracterización utilizada en Op. Cit. Sartor, Mario, “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica”.
[16] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”. Pág. 96.
[17] Idem. Pág. 96.
[18] Caracterización utilizada en varias ocasiones en Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” y “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.
[19] Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 97.
[20] Ibidem Buschiazzo, J. Mario. Pág. 99.
[21] Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 100.

Desarrollo de la Historiografia sobre Arquitectura colonial americana



La historia de la arquitectura nos permite entender la relación que existe entre las obras y su contexto sociocultural en el que fueron creadas; el análisis de las transformaciones y permanencias de los elementos formales, tanto como de los materiales, nos entregaran herramientas documentales (arquitectura preservada) que nos ayudaran a construir nuestra propia identidad cultural. Una revisión crítica a la historiografía americana nos posibilitará rescatar los elementos positivos de ésta, pero también nos entregará los errores y omisiones en los que han caído estos historiadores. Al examinar los modelos historiográficos utilizados para crear una historia propia sobre nuestra arquitectura no pretendemos quedarnos en un conjunto de descripciones en torno a las obras, sino reconocer el contexto que le da soporte a la construcción historiográfica.
Ramón Gutiérrez sostiene que hay tres etapas en el desarrollo de nuestra historiografía, cada una de ellas responde a un periodo cronológico determinado y a específicas modalidades operativas. La primera, “La etapa de los precursores (1870-1915)”[1], responde a modelos academicistas expresados por medio de variables clasicistas, cargados de un peso peyorativo. Nuestra arquitectura sería sólo una emulación “menor” o “provinciana” (“bastarda”)[2] de la arquitectura española. El primero en abordar el tema de la arquitectura americana es el chileno José Bernardo Suárez (“Plutarco de los jóvenes. Tesoro americano de Bellas Artes” 1872, Paris), su trabajo se centra en la pintura y en la música dejando en la periferia a la arquitectura, además él desarrolla una visión descriptiva superficial, no hay un interés en buscar antecedentes o reconocer valores intrínsecos. El español, padre jesuita, Ricardo Cappa (“Estudios críticos acerca de la dominación española en América” 1895) nos entrega un trabajo fundamentado en crónicas de conquista y relatos de viajeros como fuentes, articula su investigación como una mera acumulación histórica de datos, no nos manifiesta en ella como el conquistador español adoptó la técnica incaica del trabajo en piedra, por ejemplo, y reitera además el mito de que el indio americano en sus construcciones utiliza la copia, no la racionalidad. El licenciado Manuel Revilla (publica en 1893 un texto sobre el Arte en México) introduce en la temática histórica el reconocimiento de que existen obras “prehispánicas”[3] que responden a elementos formales locales, no españoles; además plantea un método que sistematiza el uso de fuentes, crónicas, datos, textos apologéticos, etc., introduciendo también en la obra sus juicios personales; sin embargo aún considera la producción arquitectónica americana como inferior, pero no por eso “indignas de estimación y estudio”[4].
La persistencia del complejo de inferioridad es evidente, pero lentamente se va introduciendo una visión más crítica en la historiografía de la arquitectura utilizando el método comparativo, pero se mantiene una concepción histórica no secuencial; el devenir de la arquitectura americana sería un proceso aislado en lo que lo hispánico predomina. Lo esencial de estos “precursores” fue la capacidad de reconocer a la arquitectura americana como un objeto lo suficientemente complejo como para realizar estudios específicos sobre ella. Abriéndose paso entre visiones “clasicistas” y “europeizantes”[5] estos nuevos enfoques representarán los cimientos para las posteriores búsquedas de los valores arquitectónicos americanos.
Un segundo grupo, el que Gutiérrez llama “El periodo de los pioneros (1915-1935)”[6], correspondería a un conjunto de estudiosos que a partir de la crisis de la Primera Guerra Mundial comenzarían a criticar el apego de las autocracias locales a los modelos europeos. “La Patria y la Arquitectura Nacional” (Conferencias dictadas entre 1913 y 1914), texto del mexicano Federico Mariscal, marcaría la ruptura con el antiguo método historiográfico de los “precursores” abogando por la preservación de nuestras obras arquitectónicas, esto supondría a la vez un rescate y mantención de nuestra propia cultura. Por los mismos años Manuel Francisco Álvarez en “La Enseñanza de la Arquitectura” (1914) y gracias a su puesto como director de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, formuló una educación más integral a los alumnos de arquitectura dividiendo sus estudios en tres distintos niveles de especialización académica. Nivel 1: “Obrero ilustrado y Maestro de obras”; nivel 2: “Arquitectos”; nivel 3: “Arquitectos enviados a Europa a finalizar su formación”[7]. Vemos como se profesionaliza la investigación historiográfica en torno a la arquitectura, pero aún se mantiene el complejo de inferioridad, ahora con la visión de que los arquitectos americanos nunca serán mejores a los formados en Europa.
Otros en cambio, como el español Vicente Lamperez y Romea, llamaban a la comunidad de arquitectos a finalizar los “prejuicios antiespañoles”, puesto que sus modelos arquitectónicos representaban “el ideal nacionalista de la arquitectura moderna”[8]; está planteando un renacer de los modelos arquitectónicos coloniales, evidentemente la realidad de la primera mitad del siglo XX ya no es acorde a las estructuras utilizadas en la época colonial.
En este momento y de vital importancia para la evolución historiográfica posterior se encuentra Martín Noel (“Contribución a la historia de la arquitectura hispanoamericana” 1920 y “Fundamentos para una estética nacional” 1926); Juan Kronfuss (“Arquitectura Colonial de la Argentina” 1920); y Ángel Guido (“La Arquitectura Hispanoamericana” 1927 y “Orientación espiritual de la arquitectura en América” del mismo año). Los dos primeros historiadores nombrados, si bien de temáticas y metodologías diferentes, fueron los encargados de difundir el estudio histórico de la arquitectura americana. Enriquecieron la investigación incorporando una reflexión sobre los elementos formales y estructurales de la arquitectura, reconociendo en ella influencias de españoles pero también de elementos precolombinos y “virreinales”.[9]
Ángel Guido daría el empuje inicial a la investigación en torno a este tema, “La Fusión hispano indígena”[10]; creando un sistema de análisis en torno a lo morfológico y ornamental en la arquitectura americana; los próximos investigadores interesados en esta temática a partir de Guido crearán una formulación teórica en América (y desde ella) que trascendería el mero análisis morfológico. El “nuevo descubrimiento de América”[11], ahora por los americanos, supone una apertura historiográfica de los investigadores de la próxima generación además de haber acrecentado las fuentes documentales, postulando ahora un nuevo método de análisis comparado por medio de documentos (historiografía documentalista). No sólo quedan puestas las bases para una nueva historiografía, sino que también se han consolidado una serie de instituciones y medios de comunicación que cumplen una función de difusores de las nuevas tendencias historiográficas, como el Laboratorio de Arte Americano en Sevilla, fundado por Diego Angulo Iñiguez en 1933, hombre de vital importancia para la conformación historiográfica de los postulados del arquitecto argentino Mario José Buschiazzo (1902-1970).
Buschiazzo junto a Diego Angulo Iñiguez; Marco Dorta; Graciano Gasparini; Emilio Harth-Terré; Santiago Agurto; por nombrar algunos, representarían el nuevo periodo historiográfico, “El Periodo de Consolidación (1935-1971)”[12]. Se dejarían de lado los errores pasados al igual que la militancia “neo-colonial” (Lamperez y Romea) y se sostendría el conocimiento sobre una base documental más precisa (gráficos, fotografías, arqueología, planos, litografías, además de las fuentes escritas). La utilización de la cita erudita por arquitectos e historiadores del arte es característica de la nueva producción histórica, el reciente impulso hacia la documentación gráfica le otorgó a la arquitectura una autonomía como objeto de investigación, atacando el elemento de dominación española como factor esencial en la constitución de nuestra arquitectura.
[1] Gutiérrez, Ramón, “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985” en revista Summa, Buenos Aires, Argentina. N. 215/6 1985. Pág. 2
[2] Concepciones peyorativas sobre los modelos arquitectónicos utilizados por historiadores eurocentricos y clasicistas sobre la arquitectura americana. Ceán Bermúdez por ejemplo consideraba que la producción de arquitectura en América sólo era una “copia menor” de la española. En Bermúdez, Ceán “Diccionario histórico de los más ilustres profesores de Bellas Artes en España”. Ediciones Akal, 2001. Madrid, España.
[3] Ibidem. Gutiérrez, Ramón. Ver Pág. 4
[4] Ver Op. Cit. Gutiérrez Ramón, “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985. Pág. 4.
[5] “Visión Europeizante”: caracterización realizada por Mario Buschiazzo para referirse a las concepciones estructurales utilizadas en América basadas en los modelos arquitectónicos españoles. Idea expuesta en: Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” Editor Guillermo Kraft, Buenos Aires, Argentina. 1944.
[6] Ibidem. Gutiérrez, Ramón. Pág. 6.
[7] Ibidem. Gutiérrez Ramón. Pág. 7.
[8] Op. Cit. Gutiérrez Ramón. Pág. 7. Ver Lampérez y Romea, Vicente. “Arquitectura Civil Española de los siglos I al XVIII” Editado en Madrid en 1922 con apoyo de la Escuela de Arquitectura de Madrid, a la cual él pertenecía.
[9] Ibidem. Gutiérrez, Ramón. Pág. 11.
[10] Denominación utilizada a lo largo de Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” y en su obra“Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”, Emecé Ediciones S.A., Buenos Aires Argentina. 1961.
[11] Ibidem. Gutiérrez Ramón. Pág. 12. Ver Wolfflin, Heinrich “Orientación espiritual de la arquitectura en América” Editado en 1927.
[12] Op. Cit. Gutiérrez, Ramón. Pág. 16.

lunes, 21 de enero de 2008

vacaciones asesinas


Coloquialmente, a mis amigos me dirijo, es muy cuatica la inactividad...que te hace dejar botadas estas herramientas comunicacionales gratis. Prometo pronto ponerme las pilas, tengo material propio, pero está la flojera de no resumirlo para meterlo en este formato, uno que no aburra al lector...no puedo meter un trabajo de 30 paginas en este formato...demasiada lata, hasta para mi leerlo desde un monitor (no hay como un buen papel y una tinta bien utilizadas por la imprenta).


No dejare esto por ningun motivo, ya me meti y no me puedo salir hasta que esto tenga algo de forma y no sólo sea una particula mas de bits en la red.


A mi defenza les puedo decir que si no subo cosas tal vez es por que tengo mi mente en otro lado, de hecho ultimamente he estado asistiendo a clases en una universidad de ciencias espirituales, curso seminarios sobre Raja Yoga, que es Meditacion Astral. Algo bastante mistico y sumamente complejo (academicamente hablando).


bueno, sin mas, me despido.