miércoles, 30 de julio de 2008

Lenguaje y Comunicación en el arte figurativo - "Mexico and The Mexicans" / Sartorius & Rugendas


Algunos propósitos
Alexander von Humboldt entre los años 1799 y 1804 se embarcó al encuentro cultural de Alemania con el Nuevo Mundo, con esto se generó un dialogo científico-artístico que provocó interés en los más variados profesionales, impulsando a estos a tomar la empresa de descubrir América Latina. Johann Moritz Rugendas fue uno de los artistas que se sumó a este desafío; entre 1822 y 1825 -por contrato del baron Georg Heinrich von Langsdorff- este artista cumplió funciones de naturalista por todo Brasil, adquiriendo nuevas experiencias que le demostraban los grandes contrastes naturales, sociales, económicos y culturales en comparación al Viejo Mundo, plasmando las mismas en “Voyage pittoresque dans le Brasil”. El respaldo que tuvo con Humboldt le sirvió para obtener su segundo trabajo importante a desarrollar en América, entre 1831 y 1834 viajó, pintó, plasmó los paisajes, la sociedad, las costumbres, lazos sociales en los mexicanos, consolidando su aguda y sugerente obra en “Mexico and the mexicans”, investigación creada por Carl Christian Sartorius en 1859 que pretende dar un acercamiento serio a la realidad cultural mexicana a partir de los grabados de Rugendas.
Es esta obra la que nos interesa para el desarrollo de nuestro ensayo, Rugendas como pintor naturalista-romántico, pero también como viajero-científico, poseía conocimientos – o al menos nociones- sobre geografía, zoología, botánica, geología, entre otros; por lo tanto sus obras están cargadas de conocimientos que tratan de comunicar algo a su espectador. Si bien era un artista influenciado por los movimientos pictórico-literarios románticos, su formación academicista siempre lo llevó a preocuparse por el dibujo y la complejidad del conjunto representado en las obras. Era un artista de subjetividad controlada a la hora de configurar el lenguaje plástico, siempre tuvo la finalidad de crear un nexo informático con su interlocutor. Paralelamente en Alemania el filosofo Schelling[1] -en relación a las artes, el espectador y el lenguaje- sostiene: “El arte figurativo, según una antigua expresión, debe ser un poesía muda”; a esto se refiere que: “del mismo modo que la poesía, debe aquel arte expresar pensamientos del espíritu, conceptos cuyo origen es el alma, pero no por el lenguaje, sino, como la silenciosa naturaleza, por medio de configuraciones, por medio de formas, por obras sensibles, independientes del lenguaje”[2]. Con esto Schelling no nos dice que el arte no puede estructurarse como un sistema de lenguaje, con lo anterior plantea en realidad una distinción entre las formas de comunicación del lenguaje convencional y el artístico.
La riqueza de contenido presente en los grabados de ““Mexico and the mexicans” realizados por el bávaro nos llaman a realizar este ejercicio asociativo de metodologías. Con este breve trabajo nos proponemos conseguir una lectura personal para crear un dialogo con la representación artística de Rugendas, tratamos de encontrar herramientas metodológicas que nos entreguen nuevas aproximaciones a la obra de este artista. Para esto trabajaremos distintos conceptos de los representantes principales del desarrollo de la iconografía, iconología, teoría estética, teoría técnica, entre otras, en la evolución de la Historia del Arte y la Historia de las mentalidades.
Pretendemos comprender además como se estructuran los diálogos entre artista y espectador, y ¿hasta que punto ese dialogo es completamente asimilado por el receptor?; ¿como podemos percibir el dialogo entre ambos, se genera empatía y objetividad en la interpretación?, son algunas de las incógnitas que trataremos de revisar, sin querer acotar la viabilidad a que otras metodologías de investigación generen nuevos caminos en la aproximación de fuentes gráficas. Este es un ejercicio que realizamos continuando con otro estudio que hemos desarrollado sobre Johann Moritz Rugendas anteriormente, con esto buscamos observar la obra de este artista desde una perspectiva diferente que nos entregue nuevas problemáticas sobre la lectura de la obra de arte como testimonio histórico; además, rescatar también la obra y tratar de constituirla como fuente directa para la construcción del discurso histórico. Antes de comenzar con el ensayo haremos una pequeña presentación de la obra trabajada para entrelazar conceptos con la fuente a interpretar en el trabajo de Carl Christian Sartorius.
Los grabados presentados en “Mexico and the mexicans” fueron realizados por G. M. Kurtz como copias de los trabajos hechos por Johann Moritz Rugendas en formato “aguatinta”; estos trabajos (18 sketches en total más la portada) fueron creados en la modalidad del “grabado en hueco” o intaglio, método conocido también como talla dulce.
Las líneas y trazados de los dibujos de Rugendas son primero grabados en una plancha, en este caso sobre una plancha metálica de acero, utilizando buriles, bruñidores, raedores y graneadores, según el efecto visual deseado. Posteriormente los trazados son rellenados con tinta manualmente, luego se limpia la superficie de los excesos de tinta. La impresión que se obtendrá de este proceso se realizará prensando el papel con un tórculo. Sartorius optó por el grabado a base de materiales metálicos puesto que brindan más calidad de impresión, más detalles y una mayor gama de grises que el grabado en madera (aunque este sea considerablemente más barato). Sartorius escoge este formato al optar por la mejor calidad para presentar sus conocimientos interpretativos sobre las obras de Rugendas, sobre los aspectos sociales, culturales, geográficos, etc. de México.
La motivación de Rugendas y Sartorius es evidente, crear un dialogo directo entre espectador y obra, lograr una comunicación clara que presentara la experiencia americana; dar a conocer así las maravillas de este exótico Nuevo Mundo a Europa.


[1] Schelling, (“Philosophischen Schriften”, t. I, Landshut, 1809) filosofo alemán representante de una estética idealista del contenido en las obras, impulsor de la teoría estética especulativa. Reflexiones presentadas en el discurso en la onomástica del rey, con fecha 12 de octubre de 1807, en la Academia de ciencias de Munich.
[2] Schelling – “La Relación de las artes figurativas con la naturaleza” – Editorial Aguilar, Buenos Aires, 1954 / Título original: “Ubre Das Verhältniss Der Bildenden Künste Zur Natur” del discurso de Schilling 12 de octubre de 1807, en la Academia de ciencias de Munich.

lunes, 14 de julio de 2008

La Casa Amarilla de Valenzuela


El barrio Cerro Castillo -antes de adquirir su geografía característica- estaba unido a las colinas que dividían Valparaíso y Viña del Mar, este formaba parte de un sólo conjunto de cerros, los actuales barrios de Recreo y Agua Santa. La construcción del ferrocarril en el SXIX modificó y separó estos dos barrios de Cerro Castillo, por donde actualmente cruzan las avenidas Viana y Álvarez. En la época colonial este barrio recibía el nombre de “La primera hermana”, siendo la primera colina que definía el vasto territorio de la hacienda “Las siete hermanas” del señor Francisco Álvarez. Este sector está completamente relacionado al desarrollo urbano de la ciudad, en él podemos observar los hitos que marcaron la estructura de formación como balneario en Viña del Mar presentándonos una serie de ejemplos característicos de las viviendas de esparcimiento de las familias más adineradas, entre estas destacan las obras de la oficina de arquitectos Browne-Valenzuela, particularmente la casa amarilla neogótica en Vista Hermosa 542.
La imagen de Viña del mar ha cambiado mucho desde los inicios y evoluciones que tuvo a partir de 1900. Actualmente su línea costera está compuesta por una seguidilla de balnearios, paseos peatonales y espacios de carácter público, realidad muy distinta a comienzos de 1900 en los que estos espacios entraban en pugna entre un desarrollo urbano de esparcimiento (balnearios) y la creación de áreas industriales (como el matadero de Cerro Castillo, frente al Casino de Viña del Mar). El análisis de este contraste entre dos formas de estructurar el desarrollo urbano nos brindará información importante para comprender el contexto social de la época; a partir de este, tratar de entender por qué la industria inmobiliaria de Manuel Valenzuela utiliza determinados elementos formales y estructurales para la construcción de viviendas en el sector de Cerro Castillo y las áreas adyacentes.
Dentro de este contexto:
- ¿Cómo se explica el surgimiento de grandes chalets y mansiones creadas para las clases más altas de la sociedad local, a partir de la constitución de los balnearios de Miramar y Recreo?
- ¿De que forma influyó a los nuevas construcciones instaladas en la franja que separa Valparaíso del estero Marga Marga -enfocándonos en Cerro Castillo- la construcción del ferrocarril que unía Valparaíso y Santiago?
- ¿Qué relación tiene la obra de la oficina de arquitectos Browne-Sepúlveda -para el caso de la casa amarilla- dentro de líneas historicistas de los arquitectos que edificaron en residencias de Cerro Castillo y los sectores aledaños a este?
- ¿A que responden los modelos arquitectónicos europeos (neo-gótico, neo-colonial, estilo tudor, etc.) utilizados para la construcción de casonas en esta zona?; ¿Buscan elementos netamente formales o también a necesidades materiales y estructurales?

En la ultimas dos décadas del siglo XIX, Viña del Mar se configuró como la zona industrial de Valparaíso, pero al mismo tiempo una zona residencial alejada del puerto, una especie de suburbio para las elites porteñas. El surgimiento de grandes casonas en Viña del Mar, particularmente en Cerro Castillo, no fue un acontecimiento aislado; el sector de Cerro Castillo se transformó en un terreno común, coexistiendo construcciones industriales, comerciales, grandes chalets pero también casas y ranchos populares.
Todo este desarrollo nunca se habría producido de no ser por la creación del ferrocarril Valparaíso-Santiago en 1855, que luego unió además la estación Barón con la Miramar, comunicando Viña del Mar a las otras dos ciudades. La unión produjo un aumento del valor-tierra en Cerro Castillo (y en general de todo el litoral) lo que despertó el interés de la industria inmobiliaria por edificar casonas y chalets; pero también por sus espacios planos cercanos a la desembocadura del Estero Marga-Marga (para la obtención de agua y como sistema de desagüe de desechos), interesó a comerciantes para edificar emporios comerciales e industrias. El tren y sus nuevas estaciones permitían el viaje de las familias adineradas desde Santiago a sus nuevas casonas, pero también posibilitaba a las industrias comercializar y distribuir sus productos. El ferrocarril simbolizaba la llegada del progreso a la ciudad.[1]
Cerro Castillo se presentaba como una oportunidad urbana que aligeraría la congestión urbana de Valparaíso, la cual ya estaba produciendo problemas de higiene por mezclar sectores industriales con residenciales. Los mismos bordes de la línea férrea ya estaban rodeados de viviendas precarias de los obreros que trabajan en la construcción de la misma; en torno a estos se articularon nuevos residentes provenientes de los valles del interior y de Valparaíso. Se crearon conventillos, ciudadelas o barracones, residencias entregadas por el dueño de la industria.
Ya para la segunda mitad del siglo XIX Viña del Mar poseía una alta densidad poblacional, la cual se desarrollaba en un espacio muy reducido; el crecimiento urbano se vio obligado a dirigirse a los cerros aledaños al plan. Este crecimiento sobre los cerros cercanos a la estación Miramar se explica por un lado por las nuevas conexiones férreas, pero también por el movimiento humano que provocó el terremoto que golpeó a Valparaíso el 16 de agosto de 1906. Este sismo mató a miles de personas aplastándolas bajo los pesados escombros de las casas de ladrillos, esto también explica los nuevos métodos estructurales utilizados por Valenzuela en la casa Vista hermosa 542 (madera y otros materiales livianos).
La fundación de la estación Miramar por el doctor Teodoro Von Schroeders, además de la importante gestión de Luís Barros Borgoño y Alfredo Azancot -arquitectos del Palacio Rioja y el Palacio Carrasco- sobre el litoral circundante a Cerro Castillo impulsaron la construcción residencial; ellos rellenaron los arrecifes de la playa de Recreo para que se constituyera en 1910 un balneario del mismo nombre. En torno a Caleta Abarca se dispondrían terrenos para la construcción de hoteles, balnearios, restaurantes que potenciaran aún más el carácter de balneario de la ciudad, esta política aparentemente fue una propuesta entregada por Benjamín Vicuña Mackenna al municipio, instancia creada en 1878.
La mayoría de las ciudades de Chile han sido fundadas en el interior, debido a los fuertes lazos económicos, agrícolas y mineros practicados desde la conquista. La administración republicana del siglo XIX dará el impulso a la urbanización de zonas en los litorales del país, la zona del Gran Valparaíso -que incorpora el barrio Cerro Castillo- para el año 1873 ya registraba 271 permisos de edificación, de los cuales un alto porcentaje corresponde a arquitectura mayor. El ejemplo de Valenzuela refleja el resultado de este vertiginoso proceso constructivo ciudadano, impulsado principalmente por un número considerable de construcciones encargadas por estratos superiores de clase media; además de la migración de grupos con rentas importantes que activaron dinámicamente el mercado inmobiliario. En este proceso destacan viviendas de organización planimétrica con varias dependencias, generalmente irregulares, en la que la cercanía a las principales avenidas refleja cierto status social, particularmente en el barrio observado.
Las nuevas conexiones del tren y la creación del municipio de Valparaíso permitieron el crecimiento de Viña del mar, instalando nuevas industrias, tiendas comerciales, instituciones, grandes casonas y también otras sencillas, todo producto del desarrollo económico del puerto de la región. Dentro de este contexto, una configuración ciudadana en pugna entre la industrialización y el ocio, es en el que Manuel Valenzuela construye la “casa amarilla” en Cerro Castillo, una edificación en contraste con el ambiente industrial del mismo sector.
Poco se ha escrito sobre la relación entre ocio y producción industrial en el litoral de la quinta región, estudios como los de Luz María Méndez, María Ximena Urbina y Paulina Huerta[2] nos entregan datos importantes sobre la relación industrial-balneario como una parte importante en la conformación de la cultura nacional. La información obtenida nos permite percatarnos que durante el siglo XIX las construcciones residenciales e industriales coexistían utilizando espacios comunes, la casa neogótica de Valenzuela se construye dentro del monopolio portuario industrial como un ejemplo del desarrollo económico que los comerciantes del mismo obtuvieron a comienzos de 1900. En contraste, la creación de balnearios en el litoral del Gran Valparaíso, particularmente Caleta Abarca –a los pies de la casona de Vista Hermosa- responde a la influencia de inmigrantes alemanes, franceses e ingleses que importaron la moda del uso de baños públicos en sus naciones en el siglo XVIII.[3]
La creación de infraestructura industrial alrededor de Cerro Castillo deterioraba las nuevas construcciones del balneario y de la casa-Valenzuela; estas construcciones se sostenían bajo capitales privados que dependían a su vez de las ordenanzas de la Intendencia, la cual detenía el desarrollo de casonas prohibiendo su edificación por entorpecer las actividades comerciales del puerto y la distribución de sus productos por medio del ferrocarril. Además los mismos terrenos de edificación de Cerro Castillo y Caleta Abarca eran utilizados como almacenes de “mármoles” y depósitos de arena, estos luego se usarían como materiales de construcción de líneas férreas. La Intendencia demostraba su claro interés por crear instancias comerciales más que turísticas, esto se explica por la baja retribución de capitales que ofrecían construcciones residenciales, como la de Valenzuela, en contraposición a las retribuciones percibidas por la industria portuaria; los primeros loteos destinados a sectores residenciales se registran desde 1880 en adelante. A su vez, la expulsión total de balnearios en Valparaíso en el último tercio del siglo XIX promovió el desarrollo de estos en Viña del Mar.[4]
La ausencia de casonas en Vista Hermosa antes 1880 se explica también por el desinterés de las clases más adineradas por la costa, aún mantenían las costumbres agrarias históricas del Chile colonial, acostumbrados a vivir en el interior de la agro-industria o de la minería. Además la mayoría de los lotes estaban ocupados por fábricas que encontraron en las laderas de Cerro Castillo un lugar propicio para instalarse, junto a la rivera del estero por ejemplo se construyó la novedosa – para la ciudad a comienzos del siglo XX- refinería de azúcar de Viña del Mar (arriendo a concesión por Dolores Pérez de Álvarez y Julio Bernstein en 1870). Esta refinería es fundamental para comprender el establecimiento de grandes casonas, como las de Valenzuela, y de otras cercanas a las laderas de Cerro Castillo, puesto que esta industria contaba con un sistema de alumbrado generado por gas; posteriormente 1882 fundaron la Viña del Mar Electric Company que amplió el servicio a toda la ciudad al norte del estero, hacia la población Vergara.
La segunda industria fabril, exitosa por lo demás, que representó un choque al desarrollo residencial de Cerro Castillo fue la creación del Matadero en 1870 – ubicado en la ladera oriente, frente a calle Valparaíso-, este fue arrendado a concesión por los mismos dueños -Pérez de Álvarez y Arlegui-, que dentro del periodo de arriendo de 9 años se comprometían a no perjudicar las recientes residencias construidas en los bordes del mismo cerro, pensando también en el desarrollo que estas tendrían en el futuro cercano. Sí bien el crecimiento residencial en Cerro Castillo comenzó a acelerarse, también lo seguían haciendo los sectores industriales.
Además de las dos fábricas o faenadoras recién citadas podríamos nombrar también la Barraca de Berger instalada entre 1872 y 1874 en Caleta Abarca, el desarrollo industrial de la ciudad impulsó por esto a Federico Von Schroeders a habilitar un nuevo balneario en Miramar (actual desembocadura del estero); la Fábrica de Pólvora de Luís Pomar inaugurada en 1876 (perteneciente a la casa Gevelot y Cía.), esta no duro muchos años abierta por la necesidad de encontrar un lugar más seguro, alejado de las residencias de Cerro Castillo para no exponerlas a los peligros de un potencial incendio; la Fábrica de ladrillos y tejas con fecha de 1880 (no se tiene datos sobre dueños o arrendatarios, posiblemente pertenecían a las industrias de la familia Álvarez); las Bodegas de Viña del Mar, ubicadas en la ciudad en 1882 almacenando la producción del señor Subercaseux obtenida de sus viñedos de Pirque; la Fábrica Nacional de Ladrillos, operando desde 1898 en la población Vergara bajo la administración de Briceño y Cía.; la Maestranza Lever & Murphy, ubicada en Caleta Abarca desde 1883, instaló las habitaciones de sus obreros en el actual terreno de la “casona amarilla” de Valenzuela – donde está el actual reloj de flores abarcando parte de lo que hoy es Vista Hermosa.[5] Podríamos enumerar muchas otras industrias de importancia, pero sólo hemos nombrado las que se encuentran en las cercanías de la casa observada.
Podemos sostener que el importante desarrollo urbano organizado en Cerro Castillo nunca se hubiera generado de no ser por el terremoto de 1906; La revista “Nuestra Ciudad”, (publicada por el municipio de la ciudad en 1930) presentaba las actividades sociales, pero también diseño, arquitectura y nuevas construcciones para la zona. En estos primeros volúmenes se presentaron los emblemáticos proyectos –de construcción simultánea- del Casino Municipal, el Hotel O´Higgins y el Palacio de los presidentes en Cerro Castillo, este último simboliza el apoyo del gobierno nacional para estructurar la ciudad como un balneario de esparcimiento, además el compromiso del municipio con la industria inmobiliaria instalaba la modernidad en Viña del Mar.[6] Finalmente la coexistencia entre las clases altas y el trabajo de los obreros no imposibilitaron la creación de las casonas más elegantes de la villa Vergara.
Refiriéndonos a la vivienda de Valenzuela – siendo su dueña actual la señora María Luisa Saenz-, podemos decir que busca obtener la condición de mirador, nos percatamos de esto por la construcción de su torreón lleno de ventanas rectangulares orientadas hacia el poniente, su cara oeste también cuenta con una gran cantidad de estas -11 conjuntos-, todas dispuestas hacia Caleta Abarca (fotografía 1). Se vuelca a la avenida Viana en su cara sur por medio de 12 conjuntos de ventanas (fotografía 2), más cuatro balcones –tres en madera y otro fusionado en madera recubierta de adobillo con elementos formales historicistas creados con yesería, la casa presenta características neogóticas, pero organizadas junto a elementos del eclecticismo (fotografía 3 y 4). La vivienda se emplaza como un verdadero mirador situado hacia las avenidas principales que unen Valparaíso y Viña del Mar, con amplia vista al mar y dispuesta hacia el emergente barrio de Recreo (fotografía 5). Esta posee además una dependencia construida en años posteriores que se asemeja a los modelos arquitectónicos basados en la vivienda social, una torre de 4 pisos instalada como un bloque homogéneo contrastando con el eclecticismo de la fachada original, suponemos que debe ser una ampliación creada a mitad del siglo XX.(Fotografía 6)
Una pequeña parte del patrimonio arquitectónico construido en el siglo XIX perdura, solo un tercio de este se ha mantenido en el tiempo escapando a las distintas evoluciones de la arquitectura, o solamente a la destrucción de la misma. La vivienda de Valenzuela, por su buen estado actual, representa un ejemplo en mantención y cuidado de viviendas a nivel local. Construida con una mezcla de materiales, base de madera revestida de adobillo, sobre el cual se desarrollan los pisos superiores con una mezcla de los mismos materiales alivianándolos a medida que se asciende en altura; la base actualmente se encuentra reforzada con hormigón armado, incorporando algunas murallas de ladrillo rojo como soportes laterales para algunas dependencias. En estos últimos pisos podemos notar como la vivienda se destaca entre las construidas posteriormente, que utilizan mayoritariamente las nuevas tecnologías introducidas en los 40; conceptos estructurales en los que prima el uso del hormigón armado, adoptándose como material estructural base para la mayoría de las construcciones de Viña del Mar. En Manuel Valenzuela se determinan -además de sus líneas formales- determinadas nociones estructurales, puesto que la mezcla entre madera y adobillo, (con algunos ladrillos cocidos de adobillo para los primeros pisos) demostró gran resistencia y versatilidad a los movimientos sísmicos; esta generaba una estabilidad relativa que le permitía enfrentar mejor los terremotos al otorgarle a la construcción cierta movilidad para no funcionar como un bloque homogéneo.[7]
La madera en este caso funciona en dos instancias distintas: material estructural, revestido de distintos elementos (oculto); y como material de terminación y decoración (en balcones, separaciones de pisos, líneas decorativas, etc.).
Como anteriormente hemos expuesto, las líneas constructivas respondían a factores estructurales, pero también a modelos formales importados por los inmigrantes europeos llegados a la región. Percibimos una fuerte influencia británica en las construcciones de Valenzuela, además esta se manifiesta en el comercio, la moda y las costumbres de la vida diaria viñamarina; la misma cultura del ocio en Viña del Mar proviene de prácticas europeas desarrolladas en el siglo XVIII. Se estableció así en Valparaíso la firma Fred K. Sage & Co. (creada en Londres en 1860) con sucursales en Paris, Bruselas, Buenos Aires, instalando su casa matriz en Valparaíso. Estos arquitectos construyeron importantes edificios en Valparaíso (el edificio Schwager; el edificio Grace, actual Sudamericana de Vapores; el Banco Londres, actual Santander Santiago, entre otros); en Viña del Mar edificaron una serie de chalets estilo tudor y neogóticos, con entramados de vigas exteriores a la vista, colores de contraste en la construcción, utilización de ladrillos, etc.; Manuel Valenzuela y Luís Browne trabajaban para esta firma creando casas de alta calidad que han soportado los terremotos padecidos por la ciudad.
La casona amarilla, como las análogas de Valenzuela, simbolizan el nivel de status de sus propietarios utilizando distintas líneas formales. En el caso de la casa-Valenzuela predomina el neogótico incorporando también otros referentes que han sido anexionados por necesidad, gusto en otros casos. Esta construcción ha soportado varios terremotos, sufriendo quiebres y grietas que han sido reparadas con nuevos materiales más livianos – según el arquitecto Ignacio Saavedra-, las tejas originales de la casa amarilla (de la Fábrica Nacional de ladrillos) fueron reemplazadas por nuevas, más resistentes y ligeras.
Finalizando este artículo podemos percatarnos que la urbanizaron de Cerro Castillo y de Viña del Mar, no hubiera sido posible de no ser por la conexión del ferrocarril de Santiago con Valparaíso; tampoco contaríamos con grandes casonas en Cerro Castillo de no ser por la pugna entre dos fuertes desarrollos urbanos – el industrial y el residencial-, además la arquitectura de grandes residencias no habría tenido la influencia europea de no ser por la gran cantidad de inmigrantes extranjeros que llegaban al puerto integrando sus modas a la cultura regional.
Manuel Valenzuela edificó casas que potenciaron la visión urbana de balneario sobre lo industrial; la casa amarilla es un “faro” frente a Caleta Portales, sobrevive a las evoluciones urbanas que ha tenido la ciudad; actualmente la residencia se encuentra rodeada por dos edificios de los años 70-80 que responden a modelos constructivos basados en el concepto de vivienda social. Contrasta la casona de Valenzuela, custodiada por dos bloques macizos de hormigón armado, dentro del Balneario de Caleta Abarca.
El desarrollo de esta investigación nos ha revelado la viabilidad de “leer” una construcción arquitectónica como un documento, pero también nos presenta las dificultades de articular un relato histórico; la ausencia de datos o la exclusividad de los mismos, en manos de algunas pocas instituciones (estatales y particulares), nos revelan la potencialidad de un levantamiento de este tipo. Las gestiones y contactos con determinadas autoridades en torno al estudio patrimonial de la ciudad nos permitirán establecer investigaciones más precisas, que a futuro pueden significar un aporte a la mantención y restauración de estos documentos esenciales para la reconstitución de la historia local de Viña del Mar.


Bibliografía consultada:
- Benavides C., Juan; Pizzi K., Marcela; Valenzuela B., María Paz – “Arquitectura patrimonial del litoral” en “Ponencias Preliminares – IV Jornadas de restauración monumental y preservación arquitectónica y urbana. Segundo encuentro de especialistas americanos” Facultad de arquitectura y urbanismo. Universidad de Chile. Santiago. Comisión organizadora Departamento de diseño y teoría de la arquitectura. Facultad de Arquitectura, construcción y diseño – Universidad de Concepción, 11,12 y 13 de octubre de 1993.
- Basaez Yau, Patricio – “La ornamentación en la vivienda de madera de fines del siglo XIX” en “Ponencias Preliminares – IV Jornadas de restauración monumental y preservación arquitectónica y urbana. Segundo encuentro de especialistas americanos” Facultad de arquitectura y urbanismo. Universidad de Chile. Santiago. Comisión organizadora Departamento de diseño y teoría de la arquitectura. Facultad de Arquitectura, construcción y diseño – Universidad de Concepción, 11,12 y 13 de octubre de 1993.
- Waisberg, Myriam – “Degradación del medioambiente y del patrimonio arquitectónico en Viña del Mar. El caso de la Av. Agua Santa” en “Ponencias Preliminares – IV Jornadas de restauración monumental y preservación arquitectónica y urbana. Segundo encuentro de especialistas americanos” Facultad de arquitectura y urbanismo. Universidad de Chile. Santiago. Comisión organizadora Departamento de diseño y teoría de la arquitectura. Facultad de Arquitectura, construcción y diseño – Universidad de Concepción, 11,12 y 13 de octubre de 1993.
- Sabatini, Francisco; Cáceres, Gonzalo – “El balneario en la conformación del Gran Valparaíso, siglos XIX y XX” en Proyecto Fondecyt 1020877: “Valparaíso, Santiago y Concepción: formación de sus barrios altos entre la búsqueda de calidad de vida y la construcción de identidad social (1892-1964)”.
- Miranda, Irene; Piñera, Magdalena; Pizarro, Fernando - “La Ciudad un Espacio Educativo – Guía metodológica: ojo con Viña del Mar” Fundación Futuro / Unidad de Patrimonio Ilustre Municipalidad de Viña del Mar. Santiago 2005.
- Sabatini, Francisco; Cerda, Jorge; Cáceres, Gonzalo - “Segregación residencial en las grandes ciudades de Chile, 1970 – 1992: Concepción y Valparaíso” – Unidad de Estudios Prospectivos MIDEPLAN; Ministerio de Planificación y Cooperación Gobierno de Chile. Enero, 2001.
- Urbina, C., María Ximena – “Chalets y Chimeneas: los primeros establecimientos industriales viñamarinos, 1870 – 1920” en “Revista Archivum año IV N°5” – Archivo Histórico de Viña del Mar.
- Booth, Rodrigo – “El Estado Ausente: la paradójica configuración balnearia del Gran Valparaíso (1850-1925)” Licenciado Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Ref. de Viña del Mar, Fondo Registro de Documentos Municipales, Archivo Histórico de Viña del Mar, Fondo Teodoro Lowey Archivo Histórico de Viña del Mar, Documentos Sueltos 1904-1905 y Archivo Nacional Histórico, Fondo Intendencia de Valparaíso.
- Méndez, Luz María. "Paisaje y costumbres recreativas en Chile. Valparaíso en el siglo XIX". Historia, 22:151-188. 1987.
- Huerta, Paulina (2001). "Áreas abiertas de recreación, utilizadas por el porteño (1860-1920)". Seminario para optar al título de Profesor de Historia y Geografía. Universidad Católica de Valparaíso.
- Cáceres, Gonzalo; Sabatini, Francisco. “Para entender la urbanización del litoral: el balneario en la conformación del Gran Valparaíso (siglos XIX y XX)” de Licenciatura en Historia de la Pontificia Universidad Católica. Faltan datos bibliográficos.
- Cortés, Macarena. “Un nuevo espacio de veraneo – El Cap Ducal en la génesis de la modernidad” en “Ensayos y Documentos” – ARQ. Faltan datos bibliográficos.

[1] Ref., Urbina, C., María Ximena – “Chalets y Chimeneas: los primeros establecimientos industriales viñamarinos, 1870 – 1920” en “Revista Archivum año IV N°5” – Archivo Histórico de Viña del Mar.
[2] Ref. - Méndez, Luz María. "Paisaje y costumbres recreativas en Chile. Valparaíso en el siglo XIX"; Huerta, Paulina. "Áreas abiertas de recreación, utilizadas por el porteño (1860-1920)"; Urbina, C., María Ximena. Op. Cit.

[3] Ref. - Cáceres, Gonzalo; Sabatini, Francisco. “Para entender la urbanización del litoral: el balneario en la conformación del Gran Valparaíso (siglos XIX y XX)”.
[4] Ref. - Booth, Rodrigo – “El Estado Ausente: la paradójica configuración balnearia del Gran Valparaíso (1850-1925)”.
[5] Ref. - Urbina, C., María Ximena – “Chalets y Chimeneas: los primeros establecimientos industriales viñamarinos, 1870 – 1920”.
[6] Cortés, Macarena. “Un nuevo espacio de veraneo – El Cap Ducal en la génesis de la modernidad” en “Ensayos y Documentos” – ARQ. Faltan datos bibliográficos.
[7] Consultas y referencias – Saavedra G., Ignacio, arquitecto www.optiko.cl; Kaplan, Paulina, Directora OGP, Oficina de Gestión Patrimonial de la I. Municipalidad de Valparaíso.