martes, 29 de enero de 2008

Desarrollo de la Historiografia sobre Arquitectura colonial americana II - Mario J. Buschiazzo


En torno al arquitecto e historiador enunciado, Mario J. Buschiazzo, analizaremos algunos elementos de su trabajo historiográfico particularmente en torno a su investigación sobre la “Fusión-hispano-indígena”, tratando de descubrir el porqué de sus postulados. Dejando de lado la “visión “europeizante” este arquitecto e historiador argentino plantea en sus obras “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” (1944) e “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica” (1961), que el desarrollo de la arquitectura colonial americana no es una mera emulación y copia de la arquitectura española, como lo habían hecho hasta esos momentos las miradas clasicistas de las antiguas generaciones historiográficas, que tratan de crear un universo europeo en una realidad americana. Sostiene que la arquitectura colonial americana se desarrolla como una fusión de las características de ambas culturas, dando como resultado una “arquitectura hibrida”[1] y de características únicas. Este postulado lo reafirmara 17 años después con el segundo libro citado en este párrafo, al introducir no sólo la mixtura de elementos hispanos a la arquitectura americana, sino que también algunos pertenecientes a la península ibérica.
Nuestra tarea será tratar de descubrir la razón de sus postulados, el porqué de sus formulaciones y el contexto en el cual les dio nacimiento. Analizaremos dos elementos de su investigación que nos logren sustentar, a modo de variables, las problemáticas que trabaja este historiador de la arquitectura para luego examinar un objeto de estudio particular.
Primero, y de vital importancia para la creación histórica, debemos analizar el contexto en el cual Buschiazzo se desarrolla:
1- su formación como un investigador documentalista, que guiado por el convencimiento de que para realizar una investigación seria y acabada sobre la arquitectura americana se debía recopilar una gran cantidad de material bibliográfico, gráfico, planos, esquemas, dibujos, fotografías a lo largo de todo América; además del apoyo y colaboración de los españoles Diego Angulo Iñiguez (del cual Buschiazzo fue corresponsal) y Marco Dorta dieron como resultado los primeros puentes de relación entre los conocimientos de distintos especialistas americanos y españoles, dejando de lado así la “visión europeizante” de la arquitectura americana como una emulación del arte europeo, al encontrar elementos de ambas culturas en las construcciones coloniales americanas de forma “hibrida”.
2- Luego, sosteniendo él un método de investigación basado en la crítica histórico-artística desarrolla una correlación y estudio comparativo de la arquitectura colonial interamericana, lo que le entrega importantes elementos que sustenten su investigación. Se percata que a la llegada de los conquistadores a América, su arquitectura (aunque se quiso emular a la española) fue de alguna manera modificada y determinada por las necesidades geográficas, ambientales y técnicas (en lo que se refiere a la obtención de materiales). Postula también que la necesidad funcionalista de la arquitectura española en América (evangelización y defensa) tuvo que adecuarse a la realidad cultural americana, dándose nuevamente un choque que produciría una fusión de elementos expresados en la arquitectura; por ejemplo, el choque cultural entre las visiones y concepciones sobre los espacios cerrados y los espacios abiertos (capillas abiertas para indios).
Para analizar la primera variable que da origen a los postulados de Buschiazzo debemos comprender como este investigador articuló su investigación. Mario J. Buschiazzo nació en Buenos Aires, Argentina en 1902, hijo de Félix Buschiazzo fallecido tempranamente; rodeado de una familia de arquitectos que se encargaron de él (su abuelo Carlos, maestro mayor en Pont´Ivrea; su tío, el conocido arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, creador de la ampliación de la Plaza de Mayo) recibió una buena educación. Culminó sus estudios de bachiller en el Colegio Internacional del Olivo en 1920 (obteniendo medalla de oro como mejor alumno); al año siguiente ingresó a la Universidad de Buenos Aires donde se graduó de arquitecto en 1925. Ya para 1933 comenzaba su carrera docente obteniendo el puesto de profesor titular en 1941 para la misma universidad que le entregó su formación.
Su importancia descansa en la mezcla de su oficio por la historia y su carrera profesional como arquitecto para elaborar su obra. Alberto de Paula sostiene: “La originalidad de su vida fue unir a su propia creatividad profesional una singular vocación por la historia, entendida por él no sólo como un conjunto de conocimientos del pasado, sino también como el marco contextual de un patrimonio tangible, que es expresión concreta de una identidad social. La historia se constituye, así, en el eje de la cultura entendida como creación social”[2].
Su método de crítica del arte por medio de la comparación de las obras a lo largo de América le entregó una experiencia más acabada sobre la producción arquitectónica para dejar de lado las visiones europeizantes cargadas de una ideología militante. “La técnica de Buschiazzo en sus trabajos de critica histórico-artística me parece la única adecuada y correcta, el ideal para cualquier trabajador que desea producir una obra seria y duradera. El es un técnico, un arquitecto que levanta sus planos, dibuja sus alzados. Sabe fotografiar lo más valioso para su estudio, pero no desdeña nunca, como tantos otros que se dicen historiadores del arte y que toman una actitud de olímpica ignorancia, el aparato histórico y erudito…”[3]. Su disposición a recorrer el continente lo llevó a realizar grandes travesías en barco y avión, esta disposición coincidió con los esfuerzos que realizaban Diego Angulo Iñiguez y Marco Dorta por recorrer el continente Americano para conocer la realidad y permanencia de las obras arquitectónicas de la época colonial post conquista española. La suma de la investigación documental de estos investigadores crearía los primeros puentes de conocimientos entre ambas naciones (España y Argentina), además en esta tarea de “consolidación” del nuevo tipo de historiografía tienen una especial importancia algunas instituciones encargadas de difundir el estudio de la historia de la arquitectura como anteriormente hemos enunciado. La creación del Laboratorio de Arte de Sevilla creado por los esfuerzos de Angulo Iñiguez, Martín Noel y Marco Dorta; el Seminario de Arte Hispanoamericano en Madrid; El Instituto de Investigaciones Estéticas de México; el Instituto de Historia de la Arquitectura de Montevideo; El Instituto de Investigaciones Estéticas Carlos Arbelaez Camacho en Bogota; el Centro de Investigaciones Estéticas de Caracas; entre otras, impulsaran la investigación sobre arquitectura hispanoamericana en Argentina. Tratando de desligarse de las “visiones europeizantes” se crea en Buenos Aires por esfuerzo de Buschiazzo (con la colaboración de Angulo Iñiguez, Marco Dorta, y la influencia directa de Martín Noel) el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas (fundación 1946, en 1972 al nombre del instituto se le adicionaría el nombre de su fundador) con ella se da la autonomía a la carrera de arquitectura en la Universidad de Buenos Aries, hasta el momento anexionada a la escuela de ingeniería.
Los puentes de comunicación creados entre estos investigadores y las instituciones en las que participan posibilitan la formulación de una “critica al academicismo clasicista “italo-frances”[4], se trata de crear una nueva metodología historiográfica que terminara con los errores y vacíos de los sistemas de investigación pasados. Se le quiere quitar el peso peyorativo a nuestra construcción arquitectónica valorando lo propiamente americano, pero sin desligar evidentemente las influencias españolas en la fusión de elementos arquitectónicos. Buschiazzo postula en las obras anteriormente citadas que las afirmaciones clasicistas que sostienen que el arte americano es sólo una emulación “menor” del arte español, no poseen ningún fundamento puesto que nuestra realidad contemporánea no justifica esas visiones arcaicas y “a-historicistas[5]”. Se está articulando un cambio de óptica respecto a las concepciones que se tenían de la conquista española, ahora también hay una profundización en los aspectos económico-sociales y culturales de la historia, se está logrando cierto equilibrio en la investigación.
Los esfuerzos de Buschiazzo, Angulo Iñiguez y Marco Dorta, no sólo en el ámbito de la investigación documental, sino también gracias a sus numerosos viajes por el continente (tenemos que recordar la precariedad de los medios de comunicación de la época, en los que la carta se transformaba épicamente en el medio de traspaso de ideas por excelencia) dieron nacimiento a la obra símbolo de las nuevas metodologías historiográficas documentalistas, “Historia del Arte Hispanoamericano”, entrega en 3 tomos entre los años 1945 y 1956, obra aún no superada como una expresión global de la arquitectura colonial americana. Dan una nueva solides documental a la investigación histórica a través de los textos, dejando de lado así los subjetivismos de los enfoques e interpretaciones clasicistas. Sus conocimientos técnicos como arquitectos enriquecen la investigación historiográfica aportando una gran cantidad de fuentes de distinta índole: croquis, planos levantamientos, litografías, fotografías, etc. Buschiazzo fue el cimiento que daría el soporte para los puentes de comunicación y conocimientos intercambiados entre españoles y americanos (Colombia, Panamá, Perú, Bolivia, Chile, México, etc.), logrando así un nuevo enfoque historiográfico, ya expuesto en sus “Estudios de Arquitectura colonial hispanoamericana”, como aproximaciones monográficas con una visión global y de conjunto sobre la producción arquitectónica americana. Esta visión continental la obtuvo por sus numerosos viajes a lo largo del continente, consolidando sus postulados años después al publicar “La Historia de la arquitectura colonial en IberoAmérica”.
Superando las barreras de las visiones de las generaciones anteriores Buschiazzo logra reconocer elementos hispanos e indígenas en la arquitectura americana, no a modo de transculturación, sino como una “fusión hibrida” de elementos que daría una creación de características únicas y particulares. Esta premisa sería la que llevarían de cabecera los continuadores y discípulos de Buschiazzo en la Revista que el mismo fundó, “Revista de Arquitectura” (1915) de la Universidad de Buenos Aires, buscando minimizar la influencia del clasicismo para volcarnos a una completa “restauración nacionalista de nuestra arquitectura”[6], esto haría crecer en las generaciones venideras la conciencia de que somos poseedores de un patrimonio arquitectónico común a lo largo de América. Detenernos más en la historia y evolución de la revista se escapa de nuestros propósitos, ahora, para tratar de fundamentar el siguiente punto o variable que sustenta los postulados de Buschiazzo profundizaremos la temática de la fusión hispano-indígena tratada en las obras anteriormente citadas.
Buschiazzo se percata que a la llegada de los conquistadores españoles a América se trató conscientemente de emular las leyes, la administración pública y económica, sus instituciones, al igual que la arquitectura de su nación, pero la realidad geográfica, climática, socio-cultural desencadenaría un proceso propio en el cual la apropiación e intercambio de técnicas y materiales se daría hacia los dos sentidos, no hay una transculturación (exceptuando el tema de la evangelización) hay una mixtura de conocimientos, técnicas y métodos que adecuándose a la realidad americana darían obras de carácter único.
Alberto J. de Paula sostiene que este nuevo “neo-romanticismo” impulsado por Buschiazzo a “sistematizado el conocimiento de las obras de arquitectura regional” para así producir “bibliografía acerca de ellas y se las empezó a considerar como patrimonio social y memoria común, y tratar de conservarlas. Esos serían, en general, los objetivos que orientaron la vocación y centraron la labor profesional, científica y docente de Mario J. Buschiazzo que en uno de sus trabajos se refirió a ese polémico periodo con estos términos[7]: “Lógicamente un movimiento inspirado en elevados propósitos, pero negativo por cuanto significaba detener el curso del tiempo, estaba destinado a morir”[8].
El arte colonial fue la primera temática que Buschiazzo y el Instituto trabajaron, adoptando una metodología nueva que tomaba las tradiciones pasadas pero enriquecía el estudio con la “obra viva” (arquitectura preservada). No sólo realizaba una compilación de datos, sino que también introducía un análisis crítico y comparado entre las obras, otorgando atribuciones formales y características estructurales a las obras analizadas. Buschiazzo sabe que el proceso de ocupación territorial del conquistador español modificó sustancialmente sus pautas de vida y con ellas la producción de su arquitectura. La estrecha vinculación entre la ocupación político-económico-militar y el proceso de conversión de los indígenas transformo las experiencias y comportamientos de los españoles. Buschiazzo sostiene en “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica” que estas adaptaciones en gran medida son provocadas por el impacto fundamental que produce el ambiente, las distancias enormes entre territorios, los ríos caudalosos, las selvas inexploradas, la nueva flora y fauna, ademas del clima. Continua, los modelos y estructuras arquitectónicas se crean de un proceso integrador entre las experiencias europeas y las americanas. Se genera un resultado imprevisto para Buschiazzo y a juicio de Ramón Gutiérrez, la arquitectura se crea a partir de una síntesis expresiva que responde más a una concordancia entre modelos que ha una adopción de unos con los otros. Para este investigador es de vital importancia el choque entre las religiones, dos credos diametralmente opuestos que llevan consigo cosmovisiones determinantes en sus modelos arquitectónicos. La pugna producida por la evangelización llevó a los españoles a construir “Iglesias-fuertes”[9] para protegerse y al mismo tiempo lograr evangelizar al indígena, algo nunca antes visto en la arquitectura del español que es un hombre muy espiritual, acostumbrado a grandes templos que poseen sólo una funcionalidad. (Buschiazzo hace algunas referencias a arquitecturas paleo-cristianas en Yugoslavia, como la “basílica discoperta[10]”, pero son sólo aproximaciones, no es una comparación directa).
Podríamos añadir: “…la acción de asimilación del antinaturalismo europeo, explicito en las elaboradas y convencionales formas, desembocó hacia una visión más naturalista y orgánica, conforme a la sensibilidad local y conforme a fenómenos de transculturación que privilegiaban la introducción sistemática de repertorios ideológicamente asépticos…”[11], debemos tomar este fragmento de Gutiérrez con distancia puesto que Buschiazzo no es partícipe de la “transculturación” como motor de la arquitectura americana.
La arquitectura condicionada a factores locales determinó las formas de emplazamiento, los modos del uso del suelo, los materiales, tecnologías, etc.; el español debe romper su relación con el medio como estaba acostumbrado a vivir, en España la rigidez entre lo urbano y las áreas de cultivo están bien delimitadas, ahora la integración en América hace nebulosos estos limites introduciendo la naturaleza al poblado. En el caso de la funcionalidad de las iglesias en su trabajo evangelizador, tuvo que modificar sustancialmente los símbolos utilizados en España para crear una comprensión más metafórica por parte de los indígenas americanos. Por ejemplo, algunos descubrimientos de Buschiazzo en torno a la Catedral del Cuzco le han entregado importantes datos (también analizados por Mario Sartor en “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica”[12]) que el choque entre estas culturas ha producido nuevas simbologías dispuestas por razones funcionales. La imagen de un Dios cristiano, uno y trino, se ha asimilado por la población indígena como una deidad tricéfala, los españoles al comprender la íntima relación de estos con su entorno natural le otorgaron imágenes a esta trinidad más fáciles de comprender por la población, otorgándole a Dios padre la imagen de un anciano, a Cristo como un joven maduro y al Espíritu Santo la imagen de una paloma.
Buschiazzo advierte que la relación entre el contexto físico y el cultural es de vital importancia para la comprensión del desarrollo de la arquitectura, principalmente para analizar las obras de la región andina peruana. Sostiene que se han utilizado “modelos estructurales conocidos por los españoles”[13] pero que se han modificado por las realidades americanas, por ejemplo se crean iglesias de estructuras clásicas (europeas) pero se le anexan capillas abiertas para la evangelización de indios (por el sentimiento de encierro que les producen las bóvedas y techos de las mismas), se acompaña la imagen de Cristo con símbolos más próximos a los indígenas: ornamentos con formas de frutas, animales, flora, e incluso, en los casos más curiosos, se mezclan las deidades de las cosmologías indígenas con las del cristianismo. “Conocemos, ademas, cantidades de rasgos estructurales de las comunidades indígenas, que se volcarán prácticamente en problemas de organización urbanística, social, artesanal y aún arquitectónica en los poblados formados en el periodo hispánico”[14]. Con esto Gutiérrez cree, al igual que Buschiazzo, que la comprensión más acabada de la cosmovisión indígena nos entregará un mayor entendimiento de la permanencia y fusión de los elementos hispano-indígenas.
La visión universal de Buschiazzo en sus obras sostiene que la ornamentación (en el caso de Perú) es algo adjetivo, no sustancial pero que de alguna manera tiene real importancia al explicarnos las actitudes de conquistadores e indígenas para levantar obras de arquitectura con este tipo de características. El “Barroco Americano”[15] de alguna u otra forma se manifiesta como la expresión exterior de la emocionalidad más profunda del movimiento y esto nos expresa la relación, especialmente en las iglesias, entre la cultura del español y los valores simbólicos de la cosmovisión indígena.
No podríamos dar una justificación clara a los postulados de Mario Buschiazzo sin analizar por lo menos uno de sus objetos de estudio, para comprender como articuló su investigación sobre la “fusión hispano-indígena”. Sucintamente estudiaremos la investigación que realiza este arquitecto en torno al Cuzco, particularmente sobre la Catedral de Cuzco. Esta obra fue construida (comenzada) por el experimentado arquitecto Francisco Becerra en 1560, ademas de muchos maestros y alarifes que colaboraron con el pasar de los años (Juan Correa, Juan Rodríguez de Rivera, Diego Arias de la Cerda, Juan Toledano, Juan de la Coba y finalmente Francisco Domínguez de Chávez y Arellano, maestro al cual le debemos la fachada de la catedral). Buschiazzo logra descubrir gracias a su investigación que Domínguez de Chávez y Arellano finaliza los trabajos en la catedral definitivamente en 1654. La lentitud del trabajo, nos explica en sus “Estudios de Arquitectura colonial hispanoamericana”, se debió a la falta de fondos que paralizaron la obra en sucesivas ocasiones, sólo con el apoyo del obispo Juan Alonso Ocón desde 1644 se pudo concluir el trabajo ya comenzado.
Gracias su investigación documentalista, logrando el acceso a planos y dibujos, Buschiazzo sostiene que esta catedral es uno de los mejores ejemplos para demostrar la “fusión hispano-indígena”. La catedral se estructuró a partir de los modelos clásicos españoles, con forma de cruz latina, “…tres naves procesionales y dos más con capillas laterales, crucero sin cimborio, bóvedas nervadas, disposición especial interior de iglesia-salón como las importadas por los maestros alemanes en la España meridional…”[16], pero ésta fue edificada sobre las ruinas y trazados de los templos incaicos destruidos por los conquistadores. El “Barroco Americano” posee un sentido instrumental y operativo, busca el equilibrio entre lo que desea ser y lo que puede ser; el Barroco europeo en cambio busca el movimiento y el infinito. Por eso, concientemente los pertenecientes al Cabildo Eclesiástico Español determinaron, por la falta de materiales, la sismicidad del territorio y la resistencia de las materias primas, que se utilizaran para la construcción de este templo las piedras pulidas y talladas provenientes de las ruinas destruidas de la fortaleza incaica de Sacsahuaman (Buschiazzo en su erudita investigación tuvo acceso al Primer Libro Capitular de fojas 99 registrado en 1552 en el cual aparecen documentados estos datos).
La utilización de esta piedra de coloración parda y por el gran tamaño de la catedral, unida a sus torres y pináculos como almenas, le otorgan un “aspecto desafiante”[17] a esta catedral. Luego de esta opinión-crítico personal Buschiazzo postula que esta forma es creada emulando los “templos-fortalezas”[18] de México que poseen una doble función, evangelización y en caso de levantamiento de indios, defensa para la población dentro de sus murallas (constatamos aquí su método comparativo y visión continental de la arquitectura americana). La catedral posee 3 naves de la misma altura cada una dividida por 14 pilares (“machones”[19]), con capillas laterales entre los contrafuertes; el coro es el mejor ejemplo de los modelos hispánicos al estar ubicado frente al altar mayor (atribuido según la investigación de Buschiazzo al prebendado Diego Arias de la Cerda). El templo “simboliza la psicología agresiva del conquistador del siglo XVI”[20], pero la historia y los acontecimientos fueron modificando esta construcción dándole un nuevo valor. En 1536 Manco II atacó la ciudad y obligó a los conquistadores a refugiarse en el palacio incaico de Sunturhuasi, a los años (luego de su destrucción) se levantó en el mismo lugar el Templo del Triunfo, denominado así por la victoria obtenida por los indígenas en aquel ocasión. La fusión estructural, formal y ahora simbólica es evidente entre ambas culturas; reafirmado en 1654 cuando el Cabildo Eclesiástico determinó que esa anexión sólo sería utilizada como capilla matriz para los españoles (la llamarían luego en 1664 Sagrario). El altar de la Catedral, comúnmente hechos de madera en América, se hizo de duro granito (donación del obispo Jerónimo de Romani y Carrillo (adaptación de los modelos españoles a la realidad material americana). Al otro extremo se encuentra el templo dedicado a la Sagrada Familia (conocido también como Templo de Jesús y María), conectado al templo principal por una bóveda abierta (Buschiazzo cree que en este momento, 1723, se ha consolidado el reconocimiento de que la construcción de la catedral debe responder a necesidades funcionales de evangelización indígena). Esto, como hemos enunciado anteriormente se debe a la sensación de claustrofobia que le provocan al indígena los espacios cerrados abovedados o con techo. “Su planta es de una sola nave, con capillas laterales; la fachada, aunque muy simple, revela ya el influjo barroco con alguna aportación localista evidenciada en la libre interpretación de sus capiteles seudo-corintios y en la decoración de sus fustes helicoidales -(con ornamentos indígenas)- , semejantes a los de muchas iglesias del altiplano Perú-boliviano.”[21]Finalizando estas lecturas en torno a una temática de la producción historiográfica de este arquitecto argentino podemos concluir, bajo juicio del mismo Buschiazzo y Ramón Gutiérrez, que la arquitectura americana debe analizarse desde dentro de América, seguir sosteniendo modelos de investigación foráneos no nos permitirá encontrar lo verdaderamente americano en nuestra arquitectura. La ampliación del conocimiento que le ha legado a las generaciones posteriores ha renovado la enseñanza de la arquitectura y la formación de recursos humanos para la investigación y docencia de la misma. Alberto J. de Paula postula que el interés que poseía este arquitecto por las inquietudes de sus alumnos lo impulsó en gran medida a actualizar y modificar las metodologías de investigación imperantes en la época (“visiones europeizantes”). Ciegamente creía en el valor de la docencia como instrumento de traspaso de la cultura y en la universidad como una entidad capaz de crear conocimiento; para luego, partiendo de ambas, construir una identidad específica de un pueblo desligada de visiones peyorativas foráneas
[1] “Arquitectura Hibrida”: caracterización de nuestras obras en América, que trata de quitar el peso peyorativo de “bastarda” o “provinciana” que se le ha dado a nuestra arquitectura por antiguas generaciones. Idea expuesta en Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.

[2] De Paula, J. Alberto, “Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano” publicado en “Mario J. Buschiazzo” “Separata de anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas” creado por el centenario de su nacimiento 1902-10 diciembre 2002. Pág. 13
[3] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario. “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”. Ver Prologo de Toussaint, Manuel. Director del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
[4] Op. Cit. De Paula, J. Alberto, ““Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano”. Pág. 14.
[5] “a-histórica”: concepto utilizado por Ramón Gutiérrez para referirse a las metodologías de los “pioneros” y a algunos de los “precursores” de la historiografía americana. En Op.Cit. Gutiérrez Ramón, “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985”.
[6] “restauración nacionalista de nuestra arquitectura”: Ramón Gutiérrez se refiere al legado y a los objetivos de Buschiazzo y sus discípulos hacia la posteridad. En Op. Cit. “La Historiografía de la Arquitectura Americana, Entre el desconcierto y la dependencia cultural 1870-1985”.
[7] Op. Cit. De Paula, J. Alberto, ““Mario J. Buschiazzo y el Instituto de Arte Americano”. Pág. 16
[8] Idea expresada en Op. Cit. Buschiazzo, J Mario “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”
[9] Concepto utilizado a lo largo de la Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.
[10]Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 36.
[11] Gutiérrez, Ramón, “Reflexiones para una Historia propia de la Arquitectura Americana” presentado en el Seminario “IberoAmérica y España: Criticas en Arquitectura” Universidad Internacional Menéndez Pelayo, España, Agosto de 1984. Pág. 4
[12] Sartor, Mario, “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica” Universitá degli Studi. Udine. Italia. Faltan datos de publicación (texto facilitado por el profesor José de Nordenflycht – Seminario de Especialidad II, programa de Magíster en Historia PUCV.
[13] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.Concepto utilizado en el capitulo II de esta obra. “El primer choque con las culturas indígenas”.
[14] Op. Cit. Gutiérrez, Ramón, “Reflexiones para una Historia propia de la Arquitectura Americana”, Pág. 10
[15] Caracterización utilizada en Op. Cit. Sartor, Mario, “Sobre el mal llamado Barroco iberoamericano – Una duda semántica y una teórica”.
[16] Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana”. Pág. 96.
[17] Idem. Pág. 96.
[18] Caracterización utilizada en varias ocasiones en Op. Cit. Buschiazzo, J. Mario, “Estudios de Arquitectura Colonial Hispano Americana” y “Historia de la Arquitectura Colonial en IberoAmérica”.
[19] Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 97.
[20] Ibidem Buschiazzo, J. Mario. Pág. 99.
[21] Ibidem. Buschiazzo, J. Mario. Pág. 100.

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